Una delegación fueguina que dejó huella en Brasil

Entre el 22 y el 26 de octubre, en la ciudad de Camboriú, Brasil, se desarrolló el Campeonato Mundial de Powerlifting GPC, uno de los eventos más exigentes y prestigiosos del calendario internacional. Allí, Marcos Martínez, seis veces campeón del mundo, participó en una nueva faceta: como entrenador de la Selección Argentina y jefe de equipo de la delegación riograndense, que representó con orgullo a Tierra del Fuego y al país en un certamen de altísimo nivel.

Río Grande.- Fueron jornadas intensas, de competencia pura, emoción y sacrificio, donde los atletas fueguinos lograron destacadísimas actuaciones, batiendo récords mundiales, subiendo al podio en múltiples categorías y consolidando el nombre de Río Grande en la élite del powerlifting internacional.

Un mundial de alto nivel y cuatro días de intensidad absoluta

“Fue un torneo espectacular, de cuatro días muy intensos y cansadísimos”, relató Marcos Martínez. “Estuve desde las siete y media de la mañana hasta pasadas las diez y media o incluso doce y media de la noche, acompañando, corrigiendo, esperando premiaciones. Fue agotador, pero inolvidable”.

La magnitud del evento fue extraordinaria: centenares de atletas de distintos países se dieron cita en Camboriú para competir en las diversas modalidades del powerlifting -sentadilla, press de banca y peso muerto-, tanto en categorías equipadas como sin equipamiento.

Para Martínez, que ha vivido múltiples mundiales en carne propia, esta vez la experiencia tuvo un significado distinto. Como entrenador y guía, su mirada estuvo puesta en cada detalle técnico, en el acompañamiento psicológico y en la estrategia de competencia de cada atleta.

La delegación de Río Grande: esfuerzo, sacrificio y resultados históricos

El primer día de competencia marcó el inicio del camino triunfal de los representantes fueguinos. Guillermo Rodríguez y Soledad Gómez fueron los primeros en salir a la plataforma. Rodríguez, con una sólida performance en la sentadilla, sufrió un accidente provocado por los cargadores, que lo lesionó en ambas piernas. “Los mismos cuidadores lo rompieron en las dos piernas, fue terrible”, lamentó Martínez. Sin embargo, el espíritu competitivo y la determinación de Guillermo pudieron más: “A pesar del dolor, siguió compitiendo y ganó la categoría, además de quedarse con el coeficiente. Fue una locura, una demostración de corazón y coraje”.

Por su parte, Soledad Gómez se quedó con el segundo puesto, mostrando una excelente técnica y temple en una categoría muy disputada.

El día 23 sirvió para la preparación de otros atletas, mientras se realizaban los pesajes y ajustes finales. Pero sería el 24 de octubre cuando llegaría una de las actuaciones más destacadas del Mundial.

Thiago Martínez: un campeón mundial con récords, coeficientes y una historia familiar

El joven Thiago Martínez, hijo de Marcos, protagonizó un desempeño inolvidable. Compitió en powerlifting raw junto a Héctor Rojas, quien obtuvo un valioso tercer puesto. Thiago, con apenas 18 años, se consagró campeón mundial y quebró récords planetarios en una actuación que lo ubicó entre los mejores del certamen.

“Thiago hizo una sentadilla de 311 kilos, récord mundial; en banco, 172,5 kilos; y en despegue, 260 kilos, porque lo cuidamos para las competencias de los días siguientes”, explicó Marcos. “Fue un torneo excelente para él, campeón, récords y el mejor coeficiente”.

El día 25, Thiago volvió a la plataforma en sentadilla y peso muerto individual. En la primera tirada, marcó un récord mundial con 250 kilos, repitiendo luego 270 kilos y reservando energías para la prueba de la noche. En el despegue individual, enfrentó al campeón polaco del año anterior, y el duelo se convirtió en un espectáculo deportivo memorable.

“Guardamos todo para la noche”, recordó Marcos. “Y Thiago lo dio todo. Empezó con 260, luego 287,5 y cerró con 305,5 kilos. Récord mundial. Le ganó al campeón del año anterior, que había ido fresco solo a hacer despegue. Fue una hazaña total”.

El cierre de Thiago fue perfecto: tres competencias, tres campeonatos, tres récords mundiales. “Un terror para los polacos”, resumió entre risas su padre.

El dominio argentino y la huella fueguina en el podio mundial

El domingo 26, Thiago compitió nuevamente, esta vez en la modalidad equipada, en la que el uso de trajes y bandas especiales permite levantar mayores cargas. Aunque no es su especialidad, se había preparado en los meses previos con disciplina.

“Arrancó con 285 kilos, luego 307,5 y finalmente 320, todas válidas, récord mundial otra vez. Cerró con el mejor coeficiente del Mundial”, contó Marcos, quien destacó además la fortaleza mental del joven atleta.

En tanto, Soledad Gómez volvió a competir en despegue individual, consagrándose campeona, y Tomás Álvaro logró el título en banco individual.

Guillermo Rodríguez, pese a su lesión, regresó a la competencia el domingo y sumó tres medallas, incluyendo el oro en sentadilla individual y banco individual.

César Ojeda, en tanto, se consagró campeón en banco equipado, mientras que Tomás Álvaro cerró su actuación con otro oro en despegue equipado.

“Fue una participación destacadísima de toda la delegación fueguina”, subrayó Martínez. “Nos enfrentamos a lo mejor del mundo y estuvimos a la altura. En algunos casos, fuimos superiores”.

Padre e hijo, campeones del mundo: un hecho sin precedentes

La historia de Marcos y Thiago Martínez trasciende lo deportivo. Por primera vez en la historia del powerlifting mundial, padre e hijo se consagraron campeones mundiales en la misma disciplina, un hecho sin precedentes a nivel global.

“Una alegría tremenda”, confesó Marcos. “Este sueño lo hablamos hace tres años, cuando él arrancó conmigo. Al principio lo veía imposible, pero con trabajo, sacrificio y disciplina lo logró. Paso a paso: primero fue campeón panamericano, luego iberoamericano, y ahora mundial. Todo mérito de él”.

El orgullo de un padre, pero también de un entrenador exigente, que acompañó a su hijo en cada entrenamiento, en cada ajuste técnico, en cada comida planificada. “Fue su mundial -dijo emocionado-. Se devoró la competencia. Estuvo concentrado, profesional, disciplinado. Nada de distracciones. Todo el mérito es suyo”.

Una delegación que dejó en alto el nombre de Tierra del Fuego

Para Río Grande y la provincia toda, la actuación en Brasil representa mucho más que un logro deportivo. Es la consolidación de un proceso de trabajo silencioso, constante y metódico que lidera Marcos Martínez desde hace años gracias al Municipio de Río Grande y al Centro de Rendimiento Deportivo que estuvo y está permanentemente en todos los requerimientos que realizamos para así formar atletas, promover valores y proyectar el powerlifting local hacia los escenarios internacionales.

“Estamos muy contentos –aseguró-. Todos los chicos hicieron un papel excelente. Desde Thiago, que la rompió, hasta Guillermo Rodríguez, que lesionado demostró que con garra se puede. Fue un verdadero ejemplo para todos”.

El cierre del año no marcará descanso total, pero sí una pausa merecida. “El 6 de diciembre vamos a hacer un torneo local en el polideportivo Municipal Alejandro “Guata” Navarro, más que nada para los que no viajaron. Los que estuvieron en el Mundial necesitan descansar, porque fue un año durísimo, de máxima exigencia física y mental”, explicó.

Osvaldo Lozano, un juez internacional fueguino entre los mejores

El orgullo fueguino no solo se midió en kilos levantados, sino también en el reconocimiento al trabajo arbitral. Osvaldo Lozano, presidente de la Asociación local, viajó a Brasil como juez internacional y obtuvo una importante promoción de categoría.

“Osvaldo era juez grado tres y tras su desempeño en el Mundial lo ascendieron a grado dos”, explicó Marcos. “Es uno de los pocos jueces argentinos con ese rango y es de Río Grande. Su trabajo fue muy elogiado por la comisión internacional”.

Con esta distinción, Tierra del Fuego vuelve a destacar no solo por sus atletas, sino también por su capacidad técnica y dirigencial en el plano internacional.

El mensaje final: trabajo, sacrificio y orgullo riograndense

En el cierre de la conversación, Marcos Martínez dejó una reflexión que sintetiza el espíritu del equipo: “Que la gente vea lo que se logró. Nada es imposible. Todo se alcanza con sacrificio, con disciplina y con ganas. El powerlifting lo demuestra: con pocos recursos, pero con mucho esfuerzo, pudimos volver a poner a Río Grande en lo más alto del mundo”.

El mensaje de Martínez trasciende los límites del gimnasio. Habla del valor del trabajo colectivo, del compromiso de los deportistas fueguinos y del ejemplo que dejan para las nuevas generaciones.

“Quizás en otros deportes no se haya conseguido un título mundial este año, pero el powerlifting volvió a hacerlo, y eso tiene que enorgullecernos como ciudad y como provincia”, concluyó.

Un legado que continúa

El nombre de Marcos Martínez ya es sinónimo de historia dentro del powerlifting argentino. Pero lo que logró junto a su hijo Thiago en Camboriú es mucho más que una nueva medalla: es la confirmación de un legado.

Un legado construido sobre la base del esfuerzo, la perseverancia y el amor por un deporte que exige lo máximo del cuerpo y del espíritu.

Desde Río Grande hacia el mundo, los Martínez demostraron que la fuerza no solo se mide en kilos, sino en voluntad. Y que el verdadero poder está en no rendirse nunca.

 

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