La memoria que Margarita Maldonado se niega a dejar morir

Hoy martes 25 de noviembre se conmemora un nuevo aniversario del primer genocidio documentado contra el pueblo Selk’nam, ocurrido en 1886 en Bahía San Sebastián. Aquel día fueron asesinadas 28 personas, hombres, mujeres y niños, en uno de los episodios más brutales de la campaña de exterminio que acompañó la colonización de Tierra del Fuego.

Río Grande.- Margarita Maldonado, una de las voces más firmes y persistentes del pueblo Selk’nam, volvió a recordar la magnitud de aquella violencia y la necesidad urgente de mantener viva la memoria.

“Es un día de duelo, no un feriado”, aclaró a FM Aire Libre.

“Los que vivimos aquí tenemos que entender que este territorio se fundó sobre un cementerio, es duro decirlo, pero es la verdad”.

 

La primera matanza: la orden de Ramón Lista

 

El episodio que hoy recuerda la provincia ocurrió cuando un barco encabezado por Ramón Lista, acompañado por el padre José Fagnano y el doctor Polidoro Segers, llegó a la zona norte de la isla.

Lista, según el relato de Maldonado y múltiples reconstrucciones históricas, ordenó capturar a varios indígenas para utilizarlos como guías. Cuando los Selk’nam rechazaron ese acercamiento desconocido, se produjo un intercambio inicial de flechas. La respuesta fue inmediata y los expedicionarios descargaron rifles Winchester, provocando una matanza que dejó decenas de muertos y varios sobrevivientes capturados y trasladados a otros puntos de la isla.

“No conocían a esas personas, se asustaron, sus únicas armas eran el arco y la flecha, para cazar guanacos, los mataron sin piedad”, relató Maldonado.

Entre quienes viajaban en ese barco, según cuenta por transmisión familiar, iba su propio abuelo, Antonio Vera Mayorga, un niño de 13 años proveniente de Osorno, Chile. 

“Mi mamá siempre decía que él venía en ese barco. Era un niño”, recordó. Ese dato personal vuelve más directo el vínculo de Margarita con la memoria del genocidio.

 

Un territorio marcado por múltiples matanzas

 

Aunque la del 25 de noviembre de 1886 es la matanza que oficialmente se conmemora, Maldonado remarcó que fue apenas la “primera, la campaña de exterminio se extendió durante años con episodios de extrema violencia en distintos puntos como lo fueron 

en Punta María con asesinatos masivos, con apenas uno o dos sobrevivientes, Cabo Peña con encerronas durante las mareas que impedían la huida de familias que mariscaban en la costa, Cauchicol con hallazgo de más de 80 cuerpos en descomposición, Cabo Domingo con una matanza distinta, sin empujarlos al acantilado —como dijo— pero donde se los envenenó con carne contaminada con estricnina y alcohol, y luego fueron rematados a tiros.

Las matanzas no fueron espontáneas: respondían al proceso de apropiación de tierras por parte de estancieros y cazadores que llegaron a la isla.

“Todo era por la tierra. Siempre fue por los territorios. No ha cambiado la historia”, resumió Maldonado.

Entre los nombres más señalados aparece el del empresario José Menéndez, figura central en la estructura económica temprana de la región y mencionado históricamente en la organización de cazas humanas financiadas para “limpiar” los campos de población indígena.

 

Julio Popper: entre el bronce y el genocidio

 

Uno de los temas más sensibles es la figura de Julio Popper, aún presente en calles, barrios y reconocimientos en Río Grande y otros puntos de la provincia.

“Popper fue un genocida”, afirmó Maldonado sin rodeos. Recordó, además, que existen fotos célebres donde Popper y otros hombres posan con sus rifles Winchester frente al cuerpo de un Selk’nam, como si fuera un trofeo.

“No es enfrentarse a la sociedad, pero hay que contar el sentimiento de la sangre Selk’nam. Muchos reivindican a Popper como si hubiera sido San Martín”, cuestionó.

Para ella, la discusión no “pasa por borrar nombres, sino por nombrar con verdad, entender qué significan esos referentes para el pueblo originario y evitar que la historia vuelva a ser tergiversada”.

 

Los nombres originales: cuando el territorio hablaba Selk’nam

 

Uno de los puntos que Margarita siempre recalca es la recuperación de los nombres ancestrales de la isla.

“Nosotros no reconocemos los nombres impuestos. A nadie se nos consultó. El lago Fagnano, por ejemplo, para nosotros siempre fue Kakenchúgön: Aguas Grandes”, recordó.

Explicó que cada rincón de Tierra del Fuego tiene un nombre originario que existe desde antes de la llegada de los europeos, pero que el Estado nunca incorporó sistemáticamente esa toponimia.

Ella misma presentó notas formales para renombrar lugares vinculados a matanzas como Punta María o Cabo Peña pero nunca recibió respuesta oficial.

“Una golondrina no hace verano, y yo vuelo sola hace muchos años. A veces mis alas se cansan”, reconoció.

 

Historias del horror: violencia sexual, secuestros y exhibición humana

 

Margarita también evocó otros episodios menos difundidos del exterminio Selk’nam como lo fueron las “niñas violadas en casillas por cazadores vinculados a Popper, además de prácticas de secuestro y explotación, traslado de Selk’nam a Francia para ser exhibidos en zoológicos humanos, donde les tiraban carne podrida para que pareciera que eran antropófagos”, contó.

Citó también un caso relatado por Mayorino Borgatello, quien documentó la historia de un “niño Selk’nam capturado por trabajadores chilenos, asado y comido por ellos porque tenían hambre”.

“Hay muchísimas historias. La gente tiene que leer, informarse”, insistió.

 

Persistencia: un pueblo que sobrevivió al exterminio

 

A pesar de la magnitud del genocidio, Maldonado remarcó que el intento de exterminio no logró borrar al pueblo Selk’nam, dado que “si nos hubieran exterminado, no estaríamos hoy hablando, enseñando, con jóvenes de nuestra comunidad, con nuestras máscaras, nuestra cestería, nuestras historias del jaín”, dijo.

Para ella, la lucha central hoy es “estar dentro del diseño curricular educativo, impulsar la educación intercultural bilingüe y asegurarse de que las nuevas generaciones conozcan la verdad histórica”.

 

La comunidad, la memoria y su propio camino

 

Margarita dejó la conducción formal de la comunidad en 2003, pero desde 1987 desarrolla talleres, charlas y actividades culturales. Desde 2005 trabaja en la Secretaría de Cultura de la provincia. Su rol, dice, no necesita actos protocolares:

“Mi corazón late por mis ancestros todos los días. Yo conmemoro todos los días, no una sola fecha”.

Este año viajará nuevamente a Buenos Aires, invitada a la reinauguración del Museo Ambrosetti, como parte de su tarea de divulgación.

“Somos guardianes de nuestra historia. Hay que caminar con ella todos los días”, afirmó.

Para cerrar, Margarita dejó un mensaje claro, señalando que “el genocidio Selk’nam no es un capítulo lejano ni ajeno. Es parte de la identidad fueguina”.

 

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