El presidente de Río Grande Activa (RGA), Juan Pablo Deluca, analizó la compleja situación económica que atraviesa la empresa estatal y detalló cómo, pese a la falta de aportes de capital comprometidos para 2024, lograron sostener la producción histórica de alimentos y avanzar en nuevos mercados. También fijó postura sobre el debate por la acuicultura y la eventual llegada de proyectos salmoneros.
Río Grande.- En diálogo con Radio Provincia, el licenciado Juan Pablo Deluca, titular de Río Grande Activa Sociedad del Estado, trazó un balance crudo pero optimista sobre el año productivo, marcado por la caída del consumo, la falta de aportes estatales y un contexto económico nacional que golpeó de lleno a la actividad.
Deluca confirmó que “el Municipio de Río Grande no realizó los aportes de capital previstos para 2025, unos 70 millones de pesos, que forman parte del esquema anual de financiamiento para sostener y ampliar la producción”.
En este marco, sostuvo que “este año fue duro, somos una empresa con lógica de gestión privada, pero nuestro principal dueño es el Municipio, los aportes estaban definidos y no llegaron, eso nos obligó a sostener la empresa sólo con flujo propio, sin poder dar algunos saltos planificados”, explicó.
Aun así, destacó que “RGA logró cerrar 2025 con una producción récord de 20 mil pollos, la cifra más alta en la historia de la empresa, con mucho esfuerzo y sin detener ninguna de las líneas productivas”.
Caída del consumo y recuperación leve hacia fin de año
El presidente de la empresa estatal reconoció que “desde mayo hasta septiembre hubo un marcado estancamiento en las ventas, fenómeno que alcanzó a la mayoría del comercio local y se nota en el bolsillo de los vecinos y vecinas, la mano viene dura”, afirmó, y señaló que la recuperación de noviembre y diciembre “es apenas un pequeño repunte”.
El impacto fue mayor en “Río Grande, donde RGA tiene su punto de venta directo, mientras que, en Ushuaia, explicó, el comportamiento del mercado mostró números algo mejores”.
Producción diversificada: hortalizas, tomates, huevos, cerdos y nuevos productos
Deluca remarcó que, pese a las dificultades, no se “frenó ninguna línea de producción, y que incluso se sumaron nuevos hitos para la empresa como es la producción sostenida de cerdos y verduras de hoja, expansión de la oferta de huevos frescos”.
Además, marcó para lo que fue este fin de semana el “lanzamiento de tomates RGA, que estuvieron disponibles el Canto del Viento y en el Mercado Atlántico, además de la producción de ajos RGA, cuyo primer ciclo de seis meses culminará en enero, cuando salgan a la venta”, selló.
Además, destacó que “por primera vez RGA concretó ventas a cruceros antárticos, un objetivo estratégico que la empresa buscaba desde hacía años y que abre un mercado de alto valor agregado”.
Asimismo, manifestó que “hay mucho interés porque somos productores directos y podemos adaptar los productos a la demanda específica”, puntualizó.
El precio del pollo: aumento anual del 23% y competitividad frente a importaciones
En el marco del aumento del 20% en la carne roja durante octubre y noviembre, Deluca explicó por qué el pollo se volvió un sustituto clave para los hogares.
Al respecto indicó que “mientras el consumo de carne cae, el pollo es lo que sostiene la mesa semanal, tras la última suba, con un kilo de carne hoy se compran cuatro kilos de pollo”, señaló.
RGA, en este contexto, aplicó un ajuste anual del “23%, muy por debajo del IPC Patagonia y de la inflación alimentaria”, dijo, al tiempo que agregó que “el kilo de pollo RGA pasó de $4.200 a $5.190 y hoy estamos haciendo un esfuerzo enorme para mantenerlo accesible”, sostuvo.
Deluca también advirtió sobre el fuerte ingreso de pollo importado al sostener que “entre 2024 y 2025, la importación de carne de pollo creció 325%, sobre todo pechuga, en góndola termina siendo hasta 30% más barato que el producto local”.
En ese escenario, defendió la calidad del pollo RGA porque “somos el único pollo verdaderamente fresco del mercado, el pollo ‘fresco’ del supermercado es descongelado, no se puede volver a congelar, el nuestro nunca fue congelado”.
El debate por la acuicultura y la ley 1.355: “No podemos permitir que nos impongan modelos desde afuera”
Consultado sobre la modificación de la ley provincial de acuicultura y el acuerdo entre el Gobierno y la empresa Newsan para producir mejillones en Almanza, Deluca adoptó una postura prudente pero clara al manifestar que “es un debate que quedó viciado en origen por las formas. Hay que discutir cómo producimos, para quién y con qué criterios de sostenibilidad”.
Deluca sostuvo que “la acuicultura tiene futuro en Tierra del Fuego, pero insistió en que debe ir acompañada de criterios ambientales, económicos y sociales sólidos”.
“Producir alimentos de forma local y sostenible es central. No podemos resignar nuestra sostenibilidad ni permitir que desde afuera nos digan qué hacer”, subrayó.
Sobre la posibilidad de instalar salmoneras bajo sistema RAS en el norte de la provincia o incluso en la costa de Río Grande, fue contundente al afirmar que “en principio, la producción de salmón no se debería permitir, debe trabajarse con especies autóctonas o naturalizadas, como trucha arcoíris”.
Detalló que “RGA llegó a formular un proyecto RAS para los piletones de la ex planta potabilizadora, pero explicó que el límite de 50 toneladas impuesto por la normativa actual hace inviable el engorde comercial”, permitiendo sólo proyectos competitivos en la fase genética (producción de alevines).
“Tenemos que combinar producción y sostenibilidad: ese es el desafío”
Deluca insistió en que Tierra del Fuego debe discutir su modelo productivo “con estabilidad económica y social, para que la provincia tenga mayor poder de negociación al definir el uso del territorio y las prácticas productivas”.
“Somos una comunidad ante enormes desafíos, no es lo mismo debatir proyectos de inversión cuando la industria atraviesa uno de sus peores momentos, es ahí donde se vuelve fácil bajar la guardia”, alertó.
El titular de RGA cerró con una definición política de alto relieve al exponer que “debemos combinar producción y sostenibilidad ambiental. No hay que cerrar el debate, pero tampoco permitir proyectos que no respondan a las necesidades ni a los criterios de nuestra comunidad”.

