Sulko Romero reivindica el sistema en tierra y apunta contra la desinformación política

Mientras la Legislatura vuelve a tensarse por la discusión sobre la salmonicultura en mar, Sulco Romero, titular de Estancia Las Violetas, plantea un proyecto que no encaja en la grieta ambiental, producción en tierra, tratamiento cerrado del agua y un modelo de inversión local que contrasta con la demonización simplista del sector.

Río Grande.- La discusión política sobre las salmoneras volvió a ganar volumen en Tierra del Fuego. Entre proyectos de reforma, denuncias cruzadas, ambientalistas movilizados y legisladores que aseguran que la actividad “no genera empleo”, la Legislatura es nuevamente el escenario de un debate cargado de ideología y poca información precisa. 

En ese clima, Sulco Romero, titular de Estancia Las Violetas, avanza con un proyecto privado basado en un sistema RAS (Recirculación Acuícola en Tierra), completamente distinto al modelo de jaulas en el mar que encendió alarmas en Chile y que en la isla fue directamente prohibido por ley.

Romero no entra en la confrontación política, pero sí deja una definición clara al marcar que “acepto la disidencia de los ecologistas porque la prueba de Chile alcanza para temer problemas, pero nuestro proyecto no toca el mar, es como tener una pecera gigante bajo tierra”, dijo en dialogo con FM La Isla.

 

Tecnología RAS: qué plantea el proyecto de Las Violetas

 

Romero detalla que “su proyecto se basa en piletas profundas instaladas tierra adentro, alimentadas por agua salada que ingresa naturalmente desde el mar aprovechando el desnivel del terreno y las dos mareas diarias, no se bombea agua, no hay estructuras en el mar, no hay contaminación costera, todo el sistema se desarrolla bajo cubierta y con tratamiento integral del efluente”.

El planteo técnico es minucioso y en este sentido cita estándares internacionales al detallar que “70 kg de salmón por metro cúbico es el máximo aceptado en criaderos tradicionales, en Las Violetas planean trabajar con 60 a 62 kg, para evitar estrés y asegurar mejores rendimientos”.

Asimismo, especificó que “el fondo de los piletones será monitoreado con drones sumergibles que limpian sedimentos, donde el agua recircula todos los días hacia una planta de tratamiento propia, que separa sólidos y devuelve al río solo agua limpia y el residuo sólido, rico en nitrógeno y fósforo, se convierte en abono agrícola, cerrando un circuito productivo”.

Por tal motivo, sostuvo que “es, en definitiva, un sistema cerrado, con control ambiental interno y sin interacción con el ecosistema marino”.

Este detalle no es menor, mientras el debate público sigue centrado en las jaulas de engorde en el canal Beagle, algo prohibido por ley 1355, la iniciativa de Romero pertenece a otra categoría, una que incluso los países nórdicos están expandiendo ante el agotamiento de los sistemas tradicionales.

 

Un modelo de negocio que busca inversores locales

 

Romero reconoce el principal obstáculo que es “la inversión inicial, donde los primeros dos piletones requieren USD 2,5 millones, cifra que no está al alcance de un proyecto rural promedio”, dijo, al tiempo que agregó que “desde Las Violetas se busca un modelo de capitalización distribuida, una UTE de inversores locales, desde pequeños ahorristas con $1 millón hasta empresarios medianos de la isla”.

“Queremos que sea un proyecto fueguino, no queremos que vengan de afuera, que la gente de Río Grande pueda participar y ganar”, dice Romero.

 

Faena, alimento y ciclo completo: un proyecto integrado

 

Uno de los aspectos centrales es la necesidad de contar con planta de faena y cámaras frigoríficas propias, dado que transportar pescado desde Río Grande hasta Ushuaia y volver con vísceras para hacer alimento balanceado encarece todo el proceso.

Romero informa que “ya se reunió con el subsecretario de Pesca, Marcioni, y con la ministra Hernández, quienes le ofrecieron usar la planta de faena en Ushuaia, pero rechaza la idea por inviabilidad logística, siendo que lo ideal es cerrar el circuito en la estancia”.

Para el alimento, el proyecto tiene acuerdo con Vitalcan, que “procesará las vísceras del salmón para producir alimento balanceado local, donde en la primera etapa usará insumos del norte del país, la segunda, tras la primera faena, será autosustentable”.

 

Cría y genética: cerrar el círculo desde el alevino

 

Otro punto técnico relevante es la provisión de alevinos, etapa crítica en la salmonicultura.

Romero confirma que “inicialmente importarán smolts desde Porvenir, pero ya tienen convenio para criar sus propios alevinos a partir de salmones que ingresan del Río Grande, es decir, se propone un sistema completamente integrado desde la genética hasta la faena”.

 

La infraestructura clave: temperatura y cubiertas

 

Los piletones estarán bajo galpones de chapa traslúcida para elevar la temperatura del agua, ya que el mar fueguino permanece a 5 o 6 grados todo el año. Con cubierta, la temperatura subiría a 9 o 10 grados, lo que acelera el crecimiento del pez y reduce costos de alimentación.

Romero lo explica en términos pedagógicos al puntualizar que “cuanto más fría el agua, más come el salmón, si elevamos cinco grados, producimos más y gastamos menos”.

 

Un contrapunto político: ‘Hay gente que opina sin saber’

 

Sin nombrarlos, Romero apunta a ciertos legisladores que afirmaron públicamente que la salmonicultura “no genera empleo”, dijo, al tiempo que agregó que “yo le preguntaría a ese legislador cuántos trabajos dio él en quince años viviendo en el pueblo”, disparó.

La crítica sintetiza el enfrentamiento entre sectores productivos y dirigentes que rechazan toda iniciativa vinculada al salmón sin diferenciar técnicas, escalas ni tecnologías disponibles.

Sin embargo, Romero aclaró que “su proyecto no depende de lo que vote la Legislatura, porque no viola la prohibición vigente, al estar íntegramente en tierra, el RAS no es salmonicultura en mar, pero el clima político influye, sobre todo para atraer inversores y generar previsibilidad”.

 

Un espejo cercano: el caso de la trucha en Piedra Buena

 

Para justificar la viabilidad del negocio acuícola, Romero menciona el criadero municipal de Piedra Buena, que produce 70.000 kilos de trucha de plato destinados íntegramente a exportación.

“No es una comparación menor, si un municipio santacruceño puede sostener un circuito acuícola rentable, con empleo local y mercado internacional, la pregunta cae sola: ¿por qué Tierra del Fuego no podría desarrollar un sistema en tierra sin impacto ambiental?”.

 

Una visión pragmática: ni negacionismo ambiental ni miedos absolutos

 

Romero reconoce los errores y catástrofes del modelo chileno, pero diferencia los sistemas al manifestar que “Chile explotó intensivamente jaulas en mar, mientras que Las Violetas propone un sistema en tierra, con tratamiento cerrado de agua y sin interacción con el ecosistema costero”.

Sin embargo, esta distinción todavía no logró instalarse en el debate político fueguino, donde cualquier mención al salmón activa alertas automáticas. 

 

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