Con una resolución firmada por la Vicepresidencia 1ª, la Legislatura fueguina llamó a sesión ordinaria para el 22 de diciembre en un contexto de tensiones, apuros y reacomodamientos políticos.
Ushuaia.- La Legislatura de Tierra del Fuego volverá a sesionar el próximo lunes 22 de diciembre a las 17 horas, en una convocatoria que, aunque formalmente encuadrada en los procedimientos habituales, deja al descubierto el clima político enrarecido que atraviesa al Poder Legislativo en el cierre del año parlamentario.
La decisión quedó plasmada en la Resolución de Presidencia Nº 430/25, firmada por la vicepresidenta 1ª a cargo de la Presidencia, Myriam Noemí Martínez, y responde a un pedido elevado por un grupo numeroso de legisladores de distintos bloques, lo que ya anticipa que no se trata de una sesión más.
Una convocatoria pedida por los legisladores
Según detalla el texto oficial, la sesión fue solicitada por los legisladores Federico Sciurano, Federico Greve, María Laura Colazo, Gisela Dos Santos, Tomás García, Juan Matías Lapadula, Raúl Von der Thusen, Natalia Gracianía Flores, Luciano Selzer y la legisladora que suscribe la resolución.
El dato político no es menor, dado que la amplitud del listado muestra una articulación transversal que responde más a la necesidad de cerrar temas pendientes que a una agenda consensuada de fondo.
En los hechos, la convocatoria parece ser el resultado de acuerdos mínimos, construidos para garantizar el funcionamiento institucional en el tramo final del año.
Cierre de asuntos y apuro de calendario
La resolución establece además el cierre de asuntos para el viernes 19 de diciembre a las 17 horas, apenas tres días antes de la sesión, y fija una reunión de Labor Parlamentaria para el mismo lunes 22 a las 14 horas.
Este esquema deja en evidencia el apuro del cierre legislativo, con plazos ajustados y escaso margen para el debate profundo de los temas que eventualmente ingresen al recinto. En términos políticos, el cronograma refleja una Legislatura que llega a diciembre con pendientes acumulados, discusiones sin saldar y una agenda cargada de tensiones.
Una sesión bajo “ad referéndum”
Otro elemento relevante es que la resolución se dicta “ad referéndum” de la Cámara Legislativa, una fórmula que, si bien es habitual desde lo reglamentario, en este contexto adquiere un peso político particular. Implica que la Presidencia avanza con la convocatoria, pero deja constancia de que el cuerpo deberá convalidarla formalmente.
En un año atravesado por discusiones internas, diferencias entre bloques y debates sensibles, desde cuestiones institucionales hasta temas territoriales y económicos, este detalle refuerza la idea de una Legislatura que funciona en un equilibrio frágil, sosteniendo la institucionalidad mientras conviven miradas contrapuestas.
El trasfondo político
Más allá del contenido administrativo de la resolución, la convocatoria a sesión ordinaria en la antesala de las fiestas expone un escenario donde nadie quiere quedar afuera de las decisiones finales, pero tampoco hay señales de consensos sólidos.
La Legislatura llega a este tramo del año con debates de alto voltaje político aún abiertos, en un contexto provincial marcado por restricciones económicas, tensiones entre poderes y discusiones estratégicas sobre el rumbo del desarrollo, el uso del territorio y el rol del Estado.
En ese marco, la sesión del 22 de diciembre aparece como un último movimiento del tablero legislativo, donde se pondrán a prueba las alianzas circunstanciales, la capacidad de ordenar una agenda común y, sobre todo, la voluntad política de evitar que los conflictos se trasladen sin resolver al próximo año parlamentario.
Un cierre que no disipa las tensiones
La Resolución 430/25 cumple con los requisitos formales y reglamentarios, pero su lectura política deja una conclusión clara: el cierre del año legislativo en Tierra del Fuego se da más por necesidad institucional que por armonía política.
La sesión convocada no sólo buscará tratar asuntos pendientes, sino que funcionará como un termómetro del clima interno de la Legislatura y de las relaciones entre los distintos bloques, en un escenario donde cada decisión cuenta y cada movimiento tiene proyección hacia el 2026.

