El tradicional cruce marítimo por barcaza entre Punta Delgada (Chile) y Bahía Azul (Tierra del Fuego), conocido como el paso por Primera Angostura, experimentó un nuevo ajuste en sus tarifas que volvió a poner en debate los costos de conectividad entre el continente y la isla. Esta vía, esencial para el transporte de personas, vehículos y mercancías, ya cuesta $41.000 pesos argentinos para un vehículo particular, en razón de la fuerte devaluación de la moneda nacional y las variaciones cambiarias que presionan sobre el valor expresado en pesos de un servicio cuyo cobro se establece en moneda extranjera o en pesos chilenos.
Río Grande. -La empresa Transbordadora Austral Broom S.A. (TABSA), responsable del servicio de barcazas en Primera Angostura, actualizó sus valores referenciales tras una nueva depreciación del peso frente al dólar y el peso chileno. En este marco, el precio por cruzar con un vehículo menor -que era cercano a los $37.000 o menos en períodos anteriores- ahora se sitúa en alrededor de $41.000 en moneda argentina, un nivel que se traduce en aproximadamente 23 dólares estadounidenses al tipo de cambio vigente.
Este ajuste no responde a un aumento nominal planificado, sino más bien a la forma en que TABSA traslada la fluctuación cambiaria al precio en pesos argentinos. El cobro, tradicionalmente fijado en pesos chilenos o dólares, se convierte a pesos argentinos según el tipo de cambio del momento, lo que hace que cada devaluación del peso incremente automáticamente el costo percibido por quienes pagan en moneda local.
Otros segmentos también subieron
El incremento no se limita a los autos particulares: transportistas y usuarios de otros tipos de vehículos también sienten el efecto del ajuste. Por ejemplo, según la actualización referencial de TABSA:
-Chasis (camiones sin carga) pasó a más de $105.000.
-Semirremolques o trailers se acercan a casi $290.000 pesos.
-Cargas peligrosas, uno de los segmentos más costosos, ronda los $743.000 pesos.
Estos valores, aunque indicativos, cambian día a día en función del tipo de cambio adoptado para la conversión. TABSA mismo recomienda a los usuarios consultar tarifas vigentes antes de planificar el cruce, precisamente por estas oscilaciones causadas por factores externos al servicio en sí.
El impacto en viajeros y en la economía regional
La subida de la tarifa tiene un impacto directo sobre quienes utilizan el cruce de barcaza como parte de su cotidianeidad logística o de viaje. Para viajeros que planifican sus traslados a Tierra del Fuego por tierra y mar, el pasaje más caro significa un aumento significativo en el costo total de viaje, que ya incluye hoteles, combustible y otros gastos de traslado.
Para transportistas y empresas, la situación implica una presión adicional sobre los costos de logística. El paso de productos, insumos y servicios hacia la isla siempre ha sido un desafío en términos de distancias y tiempos, y ahora también se suma el encarecimiento por efecto de la devaluación del peso argentino.
Un servicio estratégico en un contexto cambiante
El cruce por barcaza en Primera Angostura es más que una alternativa: es la única vía terrestre–marítima que conecta directamente Tierra del Fuego con el resto del continente y se mantiene como una pieza clave de la conectividad de la región.
A diferencia de los vuelos, que dependen de aerolíneas y frecuencias sujetas a variaciones estacionales, el servicio de barcaza opera todos los días a partir de las 08:30, lo que lo convierte en un recurso indispensable para transporte personal y comercial.
No obstante, su dependencia de factores externos, como el tipo de cambio y las condiciones marítimas o logísticas, lo transforma en un sistema sensible a la macroeconomía y a las políticas cambiarias del país.
La política de precios del cruce en barcaza hacia Tierra del Fuego refleja un fenómeno más amplio: la incidencia directa de la devaluación del peso argentino en servicios esenciales, que, aun operados en moneda extranjera o pesos chilenos, terminan repercutiendo en el bolsillo de los usuarios locales. La cifra de $41.000 pesos para un auto particular no es solo un número alto en términos absolutos, sino un síntoma de cómo las dinámicas cambiarias se trasladan a la vida cotidiana de quienes viven, trabajan o viajan hacia la isla.

