Expertos del CONICET analizan la posibilidad de una explotación a escala del mejillón

El gerente de Newsan Foods, Fabio Delamata, explicó en qué consisten los estudios que están realizando científicos del CONICET, que permitirían dar paso al primer cultivo de mejillones a escala industrial en Tierra del Fuego. Destacó que es el primer proyecto financiado por el FAMP, y hasta ahora el único, que utiliza recursos naturales genuinos con un bajo impacto ambiental, porque la cría no es contaminante sino todo lo contrario: el mejillón es un filtro del agua que utiliza. Actualmente se están produciendo 500 toneladas de bivalvos y, en la medida en que se van completando las áreas de concesión, la provincia sigue otorgando nuevas, más hacia la zona Este de la isla. Las condiciones naturales permiten ofrecer un producto de mucha mejor calidad que el chileno, que está contaminado por las salmoneras.

Río Grande. – El cultivo de mejillones a escala está siendo analizado por científicos del CONICET y la noticia tomó trascendencia nacional, porque sería la primera experiencia de industrialización, en la zona sur de Tierra del Fuego.

El diario La Nación publicó ayer que, “a través del análisis de diversos factores como la temperatura del agua, la salinidad y concentración de oxígeno en el Canal de Beagle, un trabajo de expertos del Conicet podría dar paso al primer cultivo de mejillones a escala industrial, en Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego. Liderados por Irene Schloss, experta en oceanografía biológica, diversos especialistas del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) de esa ciudad estudian las condiciones ambientales donde se produce el cultivo natural de mejillones, cerca de Puerto Almanza, y otras zonas donde podría desarrollarse esta incipiente industria. La especie cultivada es autóctona del Canal de Beagle y ofrece un gran potencial en la producción acuícola para la región”, señala la nota.

En diálogo con Radio Provincia, el gerente de Newsan Foods, Fabio Delamata, dio detalles de estos estudios y del tipo de producción que se viene realizando. “Hace casi seis años que comenzamos con el emprendimiento. Primero fue a una escala muy artesanal, después le dimos un vuelo un poco más amplio. Todo esto viene a raíz del Fondo de Ampliación de la Matriz Productiva, se estudió la idea de hacer mejillones en el canal y hace dos años agarré yo al proyecto y decidimos ir por algo más industrial”, relató. 

Explicó que “el mejillón tiene dos valores, uno que referencia a la carne, que es entre 3 y 4 dólares a nivel internacional; y el mejillón entero cocido, que va en su propia valva, que está entre 1,80 y 2 dólares. Si esto no se hace a nivel cuántico, desaparece como negocio, más teniendo en cuenta que el ciclo del mejillón es entre 24 y 28 meses”, planteó. 

“Nosotros tenemos la suerte de contar con bancos naturales de mejillones en el Canal, la reproducción es por desove y la corriente une el desove del macho y el de la hembra. Ahí se produce la fecundación en una celda microscópica que durante 40 días empieza a buscar un lugar donde posarse. Lo que se hace en la cría de mejillones es generarle cabos artificiales para que esta pequeña célula encuentre un lugar donde posarse, y luego de 12 ó 14 meses se convierte en una semilla de 2.5 centímetros. Esa semilla se recoge y se re-siembra a una menor densidad, para que puedan expandirse. A partir de ahí demora otros 12 meses más hasta que llega a un mejillón de 5 centímetros”, detalló. 

Resaltó que no es una cría contaminante sino todo lo contrario. “El mejillón es un bivalvo que se la pasa absorbiendo todo lo que está en el agua; por el contrario, no afecta el medio ambiente, sino que se ve afectado. Nosotros hicimos un estudio de impacto ambiental y ahora estamos haciendo otro, y trabajamos con CADIC y CONICET con análisis mensuales para ver si producen algún tipo de impacto en el ambiente. Hasta ahora los análisis son totalmente negativos, es más, el mejillón es un gran transformador del carbono, es un bicho filtrador, por eso cuando hay marea roja no se puede comer porque se intoxica. El animal se contamina de lo que le hacemos los hombres, no contamina él en sí”, subrayó. 

 

Condiciones favorables

 

Asimismo, dio cuenta de las condiciones óptimas de la isla para competir con este producto. “La Secretaría de Pesca pide análisis mensuales y, para poder llevar el animal a faena, en cada cocción hay que hacerle análisis bacteriológicos, de metales pesados y demás. La trazabilidad es bien dura y los países no compran en lugares donde hay metales pesados o donde el agua no es clase A. No sólo no causan nada, sino que el mismo mercado los rechaza en caso de que causen”, manifestó, abriendo una gran posibilidad de mercado para el producto fueguino. 

“Nosotros queremos demostrar esto y por eso trabajamos con el CONICET y el CADIC. El CADIC tiene un contrato con nosotros y está trabajando en una campaña de 12 meses. Una de las cosas es el impacto ambiental, pero lo que más nos preocupa a nosotros es ver si crece o no, y qué posibilidades tiene de crecer. En realidad el mejillón en Chile tiene un gran impacto por estar al lado de las salmoneras. La mayoría son naranjas por lo que comen los salmones. En Chile este producto termina su ciclo en 16 meses, es decir que tiene 8 meses de diferencia con nosotros y, económicamente hablando es mucho más rentable en Chile que acá”, comparó. 

 

Sin topes

 

Consultado sobre la cantidad autorizada para producir, indicó que “no tenemos una cantidad de toneladas autorizadas porque esa cantidad sale a partir de que el animal se reproduce o no. Nadie sabe la cantidad de toneladas que nosotros vamos a poder producir. El impacto que produce es visual, a partir de las boyas que están en el Canal. No es lo mismo ver un Canal que no tiene ninguna boya a un Canal que las tiene”, contempló. 

Respecto de los espacios de explotación, dijo que “nosotros tenemos concesiones autorizadas, que por ahora son seis, y el Estado provincial es muy cauto al dar concesiones. Tenemos siete millones de dólares metidos abajo del agua y, a partir de que se llenan las líneas recién nos dan otra concesión para llevarla adelante”.

En materia de puestos de trabajo, actualmente se ocupa a 40 personas. “Nosotros tenemos 20 personas en Almanza y 20 personas trabajando en una fábrica. Es el único proyecto del FAMP que está vigente, porque no hay ningún otro, y para mí es un orgullo poderlo decir”, remarcó.

“La escala límite tiene que ver con la carga que pueda resistir el Canal, no tanto por la comida sino por el lugar, por el espacio que abarca. La provincia ya no da lugar en Almanza, sino que nos manda más al Este, donde está más descampado. Yo entiendo todas las dudas de la gente, pero Almanza es bastante parecido a tener una minera o una petrolera, porque ahí uno se autogenera la energía, se auto-busca el agua, hay que calefaccionarse con gas sin ningún tipo de promoción y nosotros gastamos seis millones de gas por mes. Es un negocio bastante difícil y ojalá lo podamos llevar a escala. Recién ahora, después de cinco años de invertir, podemos decir que estamos cosechando 500 toneladas. Esas toneladas hay que pasarlas a procesamiento y quedan más o menos 300. A eso hay que multiplicarlo por dos dólares”, indicó. 

“Los mejillones se procesan en una planta que no es propia y se llama Crustáceos Tierra del Fuego. Es una planta que estaba armada para centolla, la fuimos refaccionando y está mutando al mejillón. Se necesita una planta mucho más voluminosa y de muy alta tecnología para que el proceso sea más rápido”, advirtió Delamata.

Por el momento el abastecimiento es interno. “Hasta ahora generamos cero divisas, porque todo está yendo a Buenos Aires. No podemos salir al mundo con 500 toneladas. Chile es el tercer o cuarto país y hace 1.500 toneladas por año de carne nada más. Para hacer 1.500 toneladas de carne, hay que procesar 4.500 toneladas. La diferencia es abismal, nosotros estamos haciendo una mini producción, con mucho esfuerzo”, concluyó.

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