Así lo sostuvo Marcela Cárdenas, delegada de Blanco Nieve y secretaria gremial del SOIVA, recordando que la industria textil de Río Grande atraviesa uno de sus momentos más delicados en décadas, en el cual la situación que vive la fábrica Blanco Nieve, donde 32 familias no han cobrado sus salarios de agosto en tiempo y forma, es el reflejo de un problema mucho más profundo, la combinación de la desprotección del Estado, la falta de compromiso empresario y la indiferencia política frente al drama de los trabajadores.
Río Grande.- Marcela Cárdenas, delegada de Blanco Nieve y secretaria gremial del SOIVA, no dudó en describir la situación como “dramática y angustiante”, marcando que “apenas un 35% de los sueldos fue abonado el 11 de septiembre y que, hasta el momento, el resto sigue sin ser cancelado”, sostuvo a FM del Pueblo.
“El argumento de la empresa fue un embargo judicial que congeló sus cuentas, pero mientras los abogados discuten, las familias obreras no tienen cómo afrontar alquileres, deudas o la comida diaria, donde cada segundo cuenta para nosotros”, expresó Cárdenas, al tiempo que agregó que “y que nos hablen de esperar más días es aún más angustiante. Hay muchas jefas de hogar que dependen exclusivamente de este ingreso”.
Una crisis que desnuda la ausencia del Estado
El conflicto no es nuevo, donde la industria textil fueguina arrastra años de desprotección, desde la exclusión del subrégimen industrial hasta la apertura indiscriminada de importaciones que destruye la producción nacional. Pero en este caso se suma un dato alarmante, donde ni el gobierno nacional, ni el provincial, ni el municipal han dado respuestas concretas.
Cárdenas confirmó que “se realizaron llamados al gobernador y a las áreas de producción y desarrollo social, pero hasta ahora no hubo medidas concretas para contener a las familias, apenas promesas, mientras tanto, los trabajadores se enfrentan a la amenaza de desalojos por no poder pagar los alquileres, a los intereses de las deudas y a la incertidumbre total sobre su futuro”.
Empresarios ausentes y trabajadores como variable de ajuste
El rol de la empresa también fue duramente cuestionado, donde según la delegada, los dueños “no ponen la cara ni se acercan a la planta, y solo se limitan a enviar gerentes, dado que para ellos somos un número”, denunció Cárdenas, remarcando que las decisiones se toman siempre a espaldas de quienes producen.
En este marco, denunció que “lo más grave es que la estrategia empresarial fue plantear una extorsión, o se aceptaba cobrar en cuotas, o se avanzaba en despidos, una amenaza inaceptable en un contexto en que la desocupación crece y cada puesto de trabajo perdido significa un drama social”.
“Cuando hay que ajustar, siempre lo hacen sobre el trabajador. Eso es lo que más bronca nos da. Ellos planifican su capital a largo plazo, nosotros vivimos al día”, subrayó la dirigente.
El fantasma de la desindustrialización
El caso de Blanco Nieve no es aislado, dado que varias textiles han cerrado o evalúan irse de la provincia. El ingreso de productos importados, incluso a través de plataformas online, está generando una competencia desleal que amenaza con borrar del mapa a la industria nacional.
“Este gobierno nacional no le da ningún valor a la industria argentina, que es el ADN de un país. Si no se protege la producción, lo que se destruye son los puestos de trabajo”, advirtió Cárdenas.
La dirigente fue clara al marcar que “la apertura de importaciones y la ausencia de políticas industriales empujan a Río Grande a un escenario de vaciamiento productivo y social. Y mientras las empresas especulan y los gobiernos miran hacia otro lado, los trabajadores cargan con el costo de la crisis”.
Trabajadores en pie, gobiernos ausentes
Por último, Cárdenas lo resumió con claridad al expresar que “los trabajadores no son responsables de esta crisis, pero son quienes la pagan con angustia, con deuda y con incertidumbre. Y si no hay respuestas urgentes, el final de la industria textil en Río Grande dejará a cientos de familias en la intemperie”, concluyó la dirigente sindical, marcando que la situación de Blanco Nieve es la foto de un modelo económico que castiga siempre al más débil, donde el salario, derecho básico de cualquier trabajador, se transforma en una moneda de cambio en manos de empresarios que especulan y de gobiernos que no actúan.

