“El 2025 fue un año de supervivencia para los almacenes y el comercio barrial”

El referente del Centro de Almaceneros e integrante de la Cámara de Comercio de Río Grande analizó la fuerte caída del consumo, el endeudamiento de las familias, el impacto real de la inflación en los costos y un escenario que obligó a los comerciantes a priorizar el día a día. Con realismo, advirtió que “el 2026 se presenta con más incertidumbre que certezas para el sector”.

Río Grande.- El referente del Centro de Almaceneros de Río Grande e integrante de la Cámara de Comercio local, Luis Schreiber, trazó un crudo y realista balance de lo que dejó el 2025 para el comercio de cercanía, un año que definió sin rodeos como “malo”, atravesado por la fuerte caída de las ventas, el endeudamiento de los consumidores, el aumento sostenido de los costos y un escenario de extrema fragilidad para los pequeños y medianos comerciantes.

En diálogo con PROVINCIA 23, Schreiber describió un contexto en el que los “almacenes y comercios barriales debieron extremar cuidados para sostenerse abiertos, con márgenes cada vez más estrechos y una presión constante sobre las finanzas diarias”.

“Hoy un mal paso te deja con el negocio muy comprometido. Estamos todos muy ajustados, muy reprimidos, cuidándonos al máximo porque cualquier error se paga caro”, afirmó.

 

Ventas en caída y comercios al límite

 

Uno de los ejes centrales del análisis de Schreiber fue la profunda retracción de las ventas durante todo el año, donde, según explicó, el comercio minorista atraviesa una “situación inédita, donde ya no existe previsibilidad para ordenar pagos y obligaciones”.

“Antes, llegabas al 8, al 10 o al 12 del mes y ya tenías todas las cuentas pagadas. Hoy pagás cuando podés: el 25, el 28. Así se vive ahora”, relató.

La falta de liquidez obliga a los comerciantes a elegir qué “pagar y qué postergar, salarios, servicios, impuestos municipales o proveedores, siempre algo queda colgado”, resumió.

En el caso de los almaceneros, la situación es aún más delicada porque “nosotros no tenemos sueldo fijo, el sueldo es lo que queda de ganancia, y cuando no podés pagar, esa ganancia se pierde”, explicó.

 

Fiestas con movimiento, pero sin consumo

 

Consultado sobre el movimiento en la previa de las fiestas de fin de año, Schreiber sostuvo que “si bien se observa circulación de gente, eso no se traduce en ventas concretas”.

“Se ve gente en las ferias, miran precios, comparan, pero no compran, hay movimiento, pero no movimiento de dinero”, señaló.

En los comercios alimenticios, el comportamiento es similar porque hay “un leve repunte en los días previos, pero muy lejos de los niveles de otros años”.

“Antes tenías 20 o 30 cajas de sidra y pan dulce guardadas. Hoy, si tengo cuatro o cinco cajas, es mucho”, graficó.

La cautela domina las decisiones comerciales porque “todo bajó muchísimo porque después de las fiestas no sabemos qué va a pasar cuando arranque el año”, advirtió.

 

Consumidores endeudados y compras al día

 

Schreiber puso especial énfasis en el endeudamiento de las familias, que condiciona de manera directa el consumo, donde “las tarjetas de crédito, que en otros tiempos se reservaban para emergencias, hoy se utilizan para cubrir necesidades básicas”.

“Las tarjetas salvaron la mesa, pero hoy están al tope, se usan para comer día a día”, afirmó.

Este fenómeno modificó por completo los hábitos de compra, debido a que “las compras grandes ya no existen, la gente compra lo justo para el día, ni siquiera para la semana”, explicó, al tiempo que agregó que “en lugar de llevar cantidades, los consumidores adquieren lo estrictamente necesario para cada comida, evitando cualquier desperdicio”.

 

Inflación, costos y una realidad que no reflejan los índices

 

Otro de los puntos más críticos del análisis fue el impacto de la inflación en los costos reales de los comercios, que, si bien los índices oficiales muestran una desaceleración, Schreiber sostuvo que “esa baja no se refleja en la estructura de gastos”.

“La inflación fue muy mentirosa en muchos aspectos. El costo del negocio subió muchísimo”, afirmó.

Ejemplificó con tarifas de servicios que “se multiplicaron por cinco o más, el aumento del combustible y los gastos de logística para abastecerse, antes pagabas una tarifa 50 mil pesos, hoy pagás 500 mil, el gas que pagabas 8 o 10 mil hoy está en 40 o 50”, detalló.

Además, agregó que “esto se suma la caída del ticket promedio, donde antes vendías un producto de 10, hoy vendés uno de 5, tu ganancia es la mitad, pero con esa mitad tenés que sostener una estructura que aumentó enormemente sus costos”, explicó.

 

Reclamos al Estado y una moratoria que llegó tarde

 

Schreiber también se refirió con dureza al tratamiento tardío de la moratoria solicitada por la Cámara de Comercio, que fue aprobada meses después de haber sido presentada.

“Estábamos muy enojados, se presentaron notas hace más de seis meses y quedaron dormidas, cuando se trató, para muchos ya era tarde”, señaló.

El referente comercial describió una sensación de abandono y falta de respuesta política al marcar que “cuando el salvataje llega tarde, ya no sirve, porque muchos ya están ahogados”, advirtió.

 

Verano, incertidumbre y una economía que no reacciona

 

De cara al verano, Schreiber anticipó una “temporada tranquila, con menos movimiento, en línea con lo que ocurre todos los años, aunque con mayor preocupación por la situación general de la isla”.

Asimismo, dijo que “no sabemos cuántos empleos se van a perder en la electrónica, la textil prácticamente está desapareciendo, todo eso impacta directamente en el comercio”, explicó.

 

Perspectivas para 2026: realismo y supervivencia

 

En cuanto al próximo año, el diagnóstico es prudente y realista, debido a que “todos los índices que se ven son negativos”, afirmó, aunque expresó el “deseo que el escenario pueda revertirse”.

“Ojalá podamos empezar a crecer, pero hay que ser realistas y tratar de salir de la mejor manera posible”, concluyó.

El testimonio de Luis Schreiber refleja con crudeza la realidad del comercio de cercanía en Río Grande, un sector que resiste, se adapta y sobrevive en un contexto adverso, con la esperanza de que el 2026 permita recuperar algo de previsibilidad y alivio para quienes sostienen día a día la economía barrial.

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