“El trabajo que queda es que el Gobierno convoque a la Comisión Consultiva”

Adolfo Imbert, presidente de la Asociación Civil Conservación de Península Mitre, expuso las bondades del área protegida y las posibilidades de desarrollo que pueden generarse. Tras la aprobación de la ley, resta la convocatoria del Gobierno a la Comisión Consultiva prevista en el texto de la norma, para comenzar a trabajar en el plan de manejo. Un punto fundamental es garantizar el paso de servidumbre para acceder a un lugar que es público y patrimonio de todos los fueguinos. “Fundamentalmente hay que garantizar el acceso a un área pública a través de un acuerdo, una servidumbre de paso o la figura que corresponda, para acceder libremente a un lugar que pertenece a todos los ciudadanos de la provincia. Ese es uno de los reclamos que hace mucho tiempo le estamos planteando a la autoridad de aplicación y al propio gobernador. Antes no teníamos la ley y no se podía avanzar. Hoy, con la ley en mano, es una necesidad imperiosa para garantizar el acceso público a un área pública”, subrayó Imbert.

 

Río Grande.- El presidente de la Asociación Civil Conservación de Península Mitre dialogó con Radio Universidad 93.5 y Diario Provincia 23 sobre los avances en el área protegida y planteó la necesidad de que el gobierno convoque a la comisión consultiva prevista en la ley, para comenzar a trabajar en el plan de manejo.

“Ya tenemos la ley después de muchos años y se declara área natural protegida a la región conocida como Península Mitre, no solamente la parte terrestre que son aproximadamente 300 mil hectáreas, sino también la parte marítima, que es una superficie muy importante. La ley también prevé la constitución de una comisión consultiva, que la integran muchos actores de la comunidad, no solamente las ONG, sino también la Universidad, el CADIC, los entes del gobierno, y la autoridad de aplicación es el Ministerio de Producción y Ambiente”, dijo.

“El trabajo que queda es que el gobierno convoque a esta comisión consultiva, hay que trabajar fuertemente con el plan de manejo, para ir determinando cada cosa que se quiera hacer en esta área que es muy grande, fundamentalmente para su conservación y para que quede a disposición de la actividad científica, educativa, turística, e ir ordenando el territorio. Una de las cosas más importante que se están hablando desde el inicio es que el Estado debe garantizar el acceso público a un área tan importante, tanto por la costa sur como por la costa norte, donde está la estancia María Luisa. En el caso del área norte, se ingresa por la ruta que va a San Pablo, el camino termina en el kilómetro 80 de la ruta complementaria A, donde se encuentra esta estancia privada. Para acceder al área pública hay que transitar algunos kilómetros por una propiedad privada y hoy no está constituida formalmente la servidumbre de paso, que es tan necesaria para todas las actividades. Es el trabajo que está faltando y los fondos son muy importantes para que el gobierno pueda gestionar el área. Fundamentalmente hay que garantizar el acceso a un área pública a través de un acuerdo, una servidumbre de paso o la figura que corresponda, para acceder libremente a un lugar que pertenece a todos los ciudadanos de la provincia. Ese es uno de los reclamos que hace mucho tiempo le estamos planteando a la autoridad de aplicación y al propio gobernador. Antes no teníamos la ley y no se podía avanzar. Hoy, con la ley en mano, es una necesidad imperiosa para garantizar el acceso público a un área pública”, subrayó.

 

Riqueza de la zona

 

Consultado sobre la riqueza de la zona, indicó que “en todo este tiempo se ha difundido la importancia que tiene el lugar por su naturaleza, por tener unos ecosistemas únicos sin que se se hayan impactado de ningún modo. Es una riqueza natural el patrimonio que tiene Tierra del Fuego en este rincón de la provincia. Está constituido principalmente por bosques de ñires, de canelos, y creo que es la mayor superficie de turbales que posee la Tierra del Fuego y la Argentina. El tipo de turba que tiene Península Mitre es muy particular, con todos los beneficios ambientales que esto trae. Aparte de eso hay un patrimonio arqueológico, un patrimonio cultural histórico que posee la Península Mitre, y son las razones por las que todos estos años se estuvo trabajando para que se le diera un marco de protección con la categoría de ley, para garantizar su conservación”.

Explicó que la ley prevé “distintas categorías para la Península Mitre, fundamentalmente se hace mucho hincapié en la conservación y también en la investigación científica y educativa, que es tan necesaria porque la Península tiene aún mucha información para develar. Es una necesidad contar con tiempo y ordenamiento, porque es un lugar único, increíble, y es un paso muy importante tener una ley”.

 

Policarpo, la estancia más antigua

 

Respecto de cuántos establecimientos están dentro de la Península, dijo que “hay actividades humanas que continuaron durante años, un ejemplo es la estancia Policarpo, que tiene una presencia en la Península de más de 100 años; sobre la costa sur hubo otros establecimientos con no tanta cantidad de años pero por distintas razones fueron abandonadas actividades de aserraderos, un criadero de zorros, que se fueron dejando ante la falta de caminos y comunicación. El Estado provincial, a través de la autoridad de aplicación, tendrá que ir resolviendo y evaluando cada caso en particular. La estancia Policarpo es un lugar que visitamos bastante porque es la costa norte, y es el único establecimiento que tiene su infraestructura en pie, con actividad permanente. Creo que es la única con actividad de ganadería que continúa. Tendrán que llegar a algún tipo de acuerdo – con la estancia María Luisa-, y ajustarse a lo que determina la ley, porque no tener un paso de servidumbre público perjudica no solamente al ciudadano común sino a todos los que tengan algún tipo de actividad dentro de la Península. El Estado provincial deberá trabajar con el privado para poder garantizar el acceso”, reclamó.

“En otra época toda la comunicación fue marítima para proveer de materiales y provisiones a los establecimientos. Poco a poco fueron desapareciendo este tipo de transportes y la última que hizo este trabajo fue la Armada Argentina a través de la marina de guerra, que hizo trabajo de logística pero también eso desapareció. Los establecimientos fueron fracasando en sus emprendimientos porque no había comunicación. En el caso de la costa norte es un poco más accesible, utilizando las mareas bajas para cruzar los ríos, pero la costa sur tiene otra dificultad porque la amplitud de mareas no permite transitar. La parte alta es de turbales y lugares muy blandos, que hacen muy difícil cualquier tipo de actividad”, detalló del paisaje.

“Por lo menos hay que consolidar algún tipo de senderos, que son los lugares más visitados, para minimizar los riesgos. Para ir a visitar la Península hay que planificar bien, caminar en función de las bajas mareas para poder cruzar los ríos. La infraestructura que ha hecho la estancia Policarpo hace más de 100 años incluía algunos puentes sobre los ríos más importantes. Hay cuatro ríos sobre la costa norte y esa infraestructura se fue perdiendo con el tiempo, pero daba posibilidad de cruzar los ríos sin tanto riesgo como hoy. Sobre todo esto hay que trabajar”, insistió.

 

Un lugar único

 

“La Península es un lugar increíble, tiene una naturaleza única, pero depende del compromiso y la participación de muchos para que sea un lugar digno para seguir visitando y de actividades científicas y educativas, donde el plan de manejo lo permita algún tipo de actividad productiva. Es un lugar tan especial y único, y los que vienen de afuera con otro conocimiento realmente ponderan estas condiciones que tiene la Península, por eso es urgente trabajar sobre un plan de manejo y una planificación del área para poder cuidar este recurso que tenemos. Es un segmento también para turismo de naturaleza y turismo extremo, pero necesitamos planificar. Hay actividades de turismo que se realizan en Península Mitre, como trekking, expediciones a caballo y caminando, hay viajes en velero combinados con trekking, hay sobrevuelos con helicópteros. Es una actividad incipiente que no significa un volumen muy importante y tal vez sea un destino que no permita un gran volumen, pero hay muchas posibilidades de actividades dentro de la Península, por eso se necesita trabajar en la planificación en el marco de un plan de manejo en el que hay que trabajar de manera urgente”, remarcó.

Apuntó que “la mayor superficie de la Península Mitre tiene una categoría de parque provincial, que es la categoría más restrictiva en el sentido de la conservación. Hay una franja costera en la costa norte al igual que en la costa sur, donde hay una reserva costera y permite más actividades porque es una zona más accesible para transitar. El interior de la Península prácticamente está cubierto de turbales, que es lo que hay que preservar, porque es un ecosistema único y el ambiente más importante que hay que cuidar. En el resto se podrían permitir algunas actividades dentro del marco de un plan de manejo para el área. La superficie es muy grande y hay para todos, incluso para seguir trabajando en el cambio de matriz productiva del que se habla”, dijo.

 

Fauna salvaje

 

En cuanto a la fauna del lugar, observó que “han ido quedando animales de las estancias porque se ha perdido mucha infraestructura que antes tenían los establecimientos. Esos animales se han hecho salvajes y eso también se está trabajando con un plan piloto para empezar a tener un ordenamiento y conservar los ambientes naturales que no sean impactados por animales que no son nativos del lugar. No es un trabajo que se hace de un día para otro, pero hay que empezar en algún momento. Hay privados con mucha predisposición, al igual que organizaciones como la nuestra. Estamos trabajando con el gobierno de la provincia para empezar con este tipo de actividades. Va a llevar mucho tiempo pero en algún momento hay que empezar. De los animales exóticos está el castor, que está en todos los ambientes de la provincia y es conocido el daño que realiza sobre el bosque. Para cada cosa habrá que trabajar mucho y son necesarios los proyectos y los fondos, porque no es fácil la erradicación”, advirtió.

 

El vuelo del cóndor

 

Como ave favorita que se encuentra en el lugar mencionó al cóndor. “El espectáculo que dan los cóndores en esta región de la isla es impresionante. Nunca he visto tanta cantidad de cóndores sobrevolando, junto con los albatros, que son las aves más grandes que tenemos. Es un espectáculo en el marco del mar austral, del bosque detrás con turbales y acantilados. Creo que es el ave más majestuosa que podemos disfrutar en esta región. Es increíble ver volar los cóndores aun a una altura inferior adonde uno está”, aseguró.

 

Recorridas turísticas

 

Si bien no hay un turismo masivo, se siguen sumando visitantes de distintas partes del mundo y también de la provincia. “La costa sur es más accesible caminando, combinando a veces con veleros. A veces van caminando y vuelven en veleros. Se puede ingresar a la primera parte de la Península en cuatro o cinco horas, empezando desde Moat. Sobre la costa norte son distancias mucho más largas y se necesita una logística más importante, pero dejando atrás la estancia María Luisa, está la ruta complementaria A, y en cuatro o seis horas de caminata se puede entrar al primer puesto de la estancia Policarpo. A partir de ahí empieza a ser cada vez más salvaje el lugar, con paisajes increíbles, con acantilados, con el mar. A partir de ahí uno puede andar semanas. Hay gente que opta por dar la vuelta a toda la Península en 20 ó 25 días. Cada vez encontramos más vecinos de nuestra provincia que la están descubriendo y disfrutando. Hoy por suerte se valora mucho más este lugar y creo que hay vecinos dispuestos a colaborar para que se pueda mantener de esta manera”, confió.

“En invierno el clima es bastante extremo y la mayoría de la gente elige visitarla en verano, cuando hay más tiempo de luz y se puede planificar más el cruce de los ríos. El invierno tiene la dificultad de la oscuridad y del frío. La mayoría elegimos el verano, y hay mucha más actividad de animales para ver que en invierno. A partir de noviembre a febrero son los meses ideales para visitar el lugar”, concluyó.

 

 

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