La UTN ya produce experimentalmente aceite de cannabis medicinal

En el marco de un convenio de colaboración, la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (FRTDF-UTN) y la Asociación Civil Tolweed Club se unieron para llevar a cabo la primera experiencia en la preparación de aceite de cannabis en un laboratorio universitario. Esta iniciativa busca promover el acceso seguro y legal al cannabis medicinal y terapéutico, así como impulsar la investigación y el desarrollo de la industria del cannabis en la provincia. Por parte de la UTN, participó Gustavo Tielens, secretario de Ciencia, Tecnología y Posgrado, además de los impulsores del proyecto de Evaluación del Potencial Económico y Social de la Industria del Cannabis en Tierra del Fuego, todos pertenecientes a la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (FRTDF-UTN). En tanto y además de la presidente de la Asociación Civil Tolweed Club, estuvieron el Tesorero, Martín Barrientos y el Secretario de la entidad, Leandro Ramírez.

Río Grande.- De la mano del ingeniero Mario Ferreyra, decano de la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la Asociación Civil Tolweed Club firmaron un convenio de colaboración sin precedentes que tiene como objetivo avanzar en la producción de aceite de cannabis con fines medicinales y terapéuticos

En este marco, este jueves, en un laboratorio de la Facultad Regional Tierra del Fuego de la UTN (FRTDF-UTN), se llevó a cabo la primera experiencia de preparación de este aceite lo que  marcó un paso significativo en el acceso a la salud a través del cannabis.

En diálogo con Prensa Universitaria, Soledad Gareca, presidente de la Asociación Civil Tolweed Club, destacó la importancia de esta colaboración y la obtención de la personería jurídica de su organización que fue aprobada el 1 de septiembre pero desde hace ya varios años, Tolweed Club ha estado comprometido en difundir el conocimiento sobre el cannabis medicinal y sus diversos usos, no solo medicinales sino también terapéuticos y alimenticios. Su labor se centra en acompañar a las familias de la provincia y establecer una red entre profesionales, cultivadores y usuarios que necesitan acceder a esta medicina.

Gareca resaltó que esta colaboración con la UTN representa un avance significativo, “ya que permite llevar a cabo prácticas de extracción en laboratorios, garantizando las mejores prácticas y reduciendo los factores contaminantes en comparación con los métodos artesanales”.

 

Una proyección de vanguardia

 

Por su parte, el ingeniero Javier Alfarano, integrante de la UTN y director del proyecto de Evaluación del Potencial Económico y Social de la Industria del Cannabis en Tierra del Fuego, explicó que esta colaboración es parte de un esfuerzo por analizar el potencial de la industria del cannabis en la provincia. “El proyecto abarca desde la producción de cannabis para uso medicinal hasta la exploración de sus derivados y el potencial del cáñamo en otras aplicaciones, como la producción de papel”.

En la experiencia reciente en el laboratorio de la UTN, se realizó la mezcla de resina de cannabis con aceite de coco. Este proceso permitió obtener un producto que podría ser útil para aplicaciones medicinales. Alfarano subrayó la importancia de estandarizar y mejorar los procesos de producción de cannabis medicinal para garantizar la calidad del producto.

Esta colaboración entre la UTN y Tolweed Club no solo busca impulsar la investigación y el desarrollo de la industria del cannabis en Tierra del Fuego, sino también establecer una base sólida para la industria del cannabis, que ya está en vigencia en virtud de la Ley 27.669. Además, se planean jornadas sobre cannabis y la posibilidad de automatizar y estandarizar la producción en invernaderos para mejorar aún más la calidad y cantidad del producto.

Lo cierto es que esta alianza entre la casa de altos estudios y la asociación civil representa un paso significativo hacia el acceso seguro y legal al cannabis medicinal en Tierra del Fuego, al tiempo que impulsa la investigación y el desarrollo de una industria prometedora en la región.

 

El equipo de la UTN

 

Se ha conformando un equipo para este proyecto de investigación en Tierra del Fuego sobre el cannabis. El objetivo es desarrollar el conocimiento científico para evitar errores y fomentar el desarrollo de la industria de manera correcta. El equipo se divide en dos grupos: cultivo y extracciones. Se busca tecnificar y establecer estándares de calidad para poder exportar en el futuro.

 

Director:

* Javier Ignacio, Alfarano (Ingeniero Industrial).

 

Docentes Investigadores:

* Claudia Alejandra, Sosa (Ingeniera Química)

* Elisa Carolina, Quipildor (Licenciada en Biotecnología)

* Marcela Virginia, Argüello (Ingeniera Química).

 

Graduados Investigadores:

* Damián Ezequiel, Estevecorena (Ingeniero Químico)

* María Guadalupe, Martín y Abbate Daga (Ingeniera Industrial)

* Tomas, Preisegger (Ingeniero Industrial).

 

Estudiantes Investigadores:

* Franco David Chacón Acosta, (Estudiante de Ingeniería Química)

* Franco Luciano Guereta, (Técnico Universitario en Programación y Estudiante de Ingeniería Química).

 

 

Participantes:

 

Por parte de la UTN, participó Gustavo Tielens, secretario de Ciencia, Tecnología y Posgrado, además de los impulsores del proyecto de Evaluación del Potencial Económico y Social de la Industria del Cannabis en Tierra del Fuego, todos pertenecientes a la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (FRTDF-UTN).

En tanto y además de la presidente de la Asociación Civil Tolweed Club, estuvieron el Tesorero, Martín Barrientos y el Secretario de la entidad, Leandro Ramírez.

 

 

Asociación con personería jurídica

 

Asociación Civil Tolweed Club se formó en 2020 con el objetivo de organizar y brindar información sobre el uso medicinal del cannabis. Buscan ayudar a personas con falta de acceso a atención médica y promover alternativas para la salud.

La presidente de esta asociación, Soledad Gareca, confió que “para nosotros siempre son pasitos de estar haciendo historia de alguna manera. Esta asociación es un espacio que conformamos entre cultivadores, usuarios, familiares, profesionales de la salud y de distintas otras ramas”.

Agregó que en el 2020, “a raíz de distintos avances que se están dando en el marco del cannabis, la normativa en materia de salud, y que nosotros ya históricamente, desde distintas experiencias personales, veníamos recorriendo algún camino con el cannabis, ya sea por usarlo en el uso medicinal o por el uso que cualquier persona de nuestra asociación le estaba dando, o bien por estar acompañando a algún familiar, algún allegado, asistiéndolo de manera solidaria”.

Recordó que “cuando se establece el REPROCANN (Registro del Programa de Cannabis) que es el permiso que da el Ministerio de Salud para poder cultivar de manera legal y controlada, empezamos a ver que era necesario organizar muchas cuestiones, que había desinformación, o falta de acceso a lo que es la atención médica, o al mismo trámite, que era bastante sencillo, y sigue siendo bastante sencillo, pero mucha gente no accedía a conocer cómo hacerlo”.

Explicó que “nos empezamos a juntar las personas que conocíamos, que cultivábamos, y amigos, allegados, y después ya al abrir un poco más a la comunidad, la temática al generar espacios de difusión, y charlas -y alguna marcha y algún movimiento que fuera salir del indoor, de la tierra, dentro de lo que uno estaba haciendo-, y poder mostrar que había una alternativa para la salud de muchas personas y que se necesitaba poder organizarnos. Ahí empezamos justamente a juntarnos la gente de Tolhuin, específicamente”.

Añadió en este punto que en Tolhuin “tuvo buena llegada la temática cuando la abrimos a la comunidad. Hicimos algunas charlas de sensibilización con el Ministerio de Salud en su momento que convocó a mucha gente diversa de nuestra comunidad, pero en especial a personas mayores y a familiares de niños o adultos con algún tipo de discapacidad o con autismo. Entonces tuvimos un primer encuentro que fue muy positivo porque fue muy comunitario; fue un espacio circular donde todos podían hablar de su experiencia de manera libre, pero sobre todo accediendo también a información que pudimos en ese momento dar con la doctora Laura Goldberg y con la doctora Soledad Finck en esa primera charla que en Tolhuin, también con apoyo del Municipio local, pudimos dar”.

Gareca celebró la obtención de la personería jurídica de esta asociación y agradeció a todo el personal de la Inspección General de Justicia (IGJ) por la predisposición a allanar todos los caminos administrativos.

“La organización también construyó un compromiso en poder hacer las cosas ordenadas. La Asociación Civil Tolweed Club está conformada por personas que vienen cultivando o acompañando a sus familiares desde hace más de 10 años. O sea, hay mucho conocimiento, hay mucho saber en relación a la planta, y bueno, hay un acompañamiento solidario que se viene haciendo históricamente, porque la comunidad cannábica a lo largo del país es muy fuerte, porque hay un espíritu solidario muy fuerte, donde hay gente que, aún en un contexto normativo de prohibicionismo, llevó a cabo muchas acciones solidarias para acompañar a personas que encontraban en el cannabis la solución o un paliativo para situaciones de salud, en muchos casos o terminales o muy graves, y simplemente con una planta podían encontrar una mejor calidad de vida”.

 

Marco legal

 

Soledad Gareca destacó que “hoy tenemos la ley 27.350, que es la norma regulatoria del cannabis medicinal, que no establece una patología, no limita, sino que abre y vincula al cannabis como una sustancia que puede acompañar a la persona y a los animales no humanos también, en muchos aspectos de su salud; no solamente por una patología, sino que también tiene un uso terapéutico”.

Acotó que dicho uso terapéutico “habla de mejorar una condición o una calidad de vida, no necesariamente porque haya una patología, sino por un estado de bienestar, desde esa perspectiva. Entonces el cannabis viene a cambiar muchas perspectivas, desde la salud, desde ahora la producción, ahí tenemos también una nueva ley”.

Cabe destacar que la Ley N° 27.350 establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados.

Resaltó cómo el cannabis está cambiando perspectivas en salud y producción, y mencionó el trabajo comunitario que realiza la ONG para acompañar a los cultivadores y usuarios en el acceso a la medicina y la formación en buenas prácticas de cultivo. También detalló la importancia de generar una red de información y formación en el marco normativo.

En Tierra del Fuego hay al menos 150 pacientes que necesitan del cannabis medicinal.

Gareca resaltó los cambios positivos que el cannabis ha traído en la salud y en la producción, así como las leyes que lo regulan. La organización se enfoca en cultivar, asesorar y facilitar el acceso a medicina de calidad, además de promover la formación de cultivadores calificados. “A veces lo que le falta a la gente es o acceder a información para el cultivo, o a veces a dónde ir a comprar un sustrato o cómo conseguir semillas. Hoy tenemos ya en la Argentina un registro de semillas legales que se pueden pedir y que uno puede, teniendo REPROCANN, comprarlas sin ningún problema. Entonces, hay todo un avance que si la gente tiene el acceso a la información y cumple con los trámites que hay que hacer, puede hacerlo de manera segura, controlada y con un resguardo legal”.

“Para poder inscribirse primero hay que pasar por un proceso médico. Se hace una inscripción en la página del REPROCANN -el interesado tiene que tener habilitada la aplicación MiArgentina, con ese mismo usuario se loguea y entra al REPROCANN y ahí se hace un primer registro, le da un código de vinculación y con ese código va a la consulta médica y el médico después termina el trámite, porque tiene que cargar una historia clínica, un consentimiento informado, una declaración jurada y una vez que termina de hacer esos trámites ya pasa a una revisión del Ministerio de Salud, todo eso online, donde el Ministerio de Salud en determinado tiempo emite un certificado, no hay una negativa por patologías”, explicó.

Hay otra ley, la 27.669 que establece el marco regulatorio de la cadena de producción y comercialización nacional y/o con fines de exportación de la planta de cannabis, sus semillas y sus productos derivados afectados al uso medicinal, incluyendo la investigación científica, y al uso industrial; promoviendo así el desarrollo nacional de la cadena productiva sectorial. Quedan excluidos del presente marco regulatorio los cultivos y proyectos previstos y autorizados en el marco de la ley 27.350, que se regirán por las normas que al efecto dicte la autoridad de aplicación de dicha ley y los parámetros fijados por su reglamentación.

“Estamos trabajando en conjunto con la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional en cuanto a empezar a identificar primero este potencial productivo pero después también ver cuál es de ese potencial la mejor manera de desarrollar una actividad productiva de acuerdo a las distintas escalas porque no todas tienen que ser grandes escalas de producción tampoco lo que plantea la ley de regulación del cannabis 27.669 para poder pensar en microeconomías, en economías regionales y locales que tengan una finalidad más directa y de impacto directo con las PyMEs, por ejemplo, que es con lo que más se puede llegar a vincular también una ONG. Realmente nosotros no somos una gran farmacéutica pero acompañamos la salud de la población entonces, ahí quermos trabajar para enlazarnos con productores, con productoras locales y generar herramientas para que esos productores puedan hacer pensar en sus proyectos de una manera sostenible”.

Soledad Gareca no solo agradeció a la UTN y a todos los integrantes del equipo, sino también a distintas instancias del Gobierno provincial (Ministerio de Salud, IGJ, etcétera) sino también al Municipio de Tolhuin.

“Estamos tratando de poder articular todo lo que sea necesario para empezar a tener esos registros a partir de proyectos de investigación de proyectos productivos, de identificación de los productores locales y bueno, hay esta red que se va ampliando cuando vos decías nosotros no sumamos, ustedes se sumaron a una red que veníamos tratando de cada vez expandir más y de generar nodos que acompañen cada cuestión que el cannabis, es transversal a un cúmulo de cuestiones que tienen que ver con la salud como con la parte económica, porque hoy se plantea también el cannabis como una alternativa a la economía del país y en eso, nosotros creemos que en Tierra del Fuego conociendo lo que es el desarrollo del cannabis y también reconociendo el trabajo histórico que vienen haciendo cultivadores y cultivadoras que hay que generar la oportunidad para que haya una industria”.

Finalmente confió que “nuestro aporte como ONG es esto es hablar del tema y ponerlo en las agendas de la universidad de las instituciones, del Ministerio de Salud y de todos los que estemos involucrados y pensar en un cultivo bajo cubierta es una alternativa desafiante pero que es una alternativa que puede ser de las que mejor funcionen acá y es clave el municipio acompañando por eso tenemos ese acuerdo, ese convenio que firmamos con el ingeniero Mario Ferreyra con miras a poder empezar a sentar las bases de la incipiente industria del cannabis, lo que no es poca cosa”.

 

La experiencia personal de Franco Guereta

 

Por su parte Franco Guereta, estudiante avanzado de Ingeniería Química en la UTN fueguina, contó su vinculación con el cannabis y sobre el proyecto que hoy se está llevando adelante. “Me empecé a vincular con el cannabis porque mi mamá tenía problemas de salud muy graves, ella tenía una de las enfermedades autoinmunes y padecía de mucho dolor. Probó con las terapias convencionales, probaba muchas terapias, medicamentos diferentes y no encontraba ninguna respuesta. Su cuadro fue empeorando hasta que su cuerpo ya no resistió más. En esa búsqueda de los tratamientos, recuerdo -yo era un niño- que escuchaba a mi madre que había escuchado que el cannabis quizás se estaba empezando a usar para la enfermedad que ella tenía. Y ahí ya me quedó grabada la palabra cannabis. Cuando ella muere, me dije que sería bueno que no vuelva a sucederle a nadie, que no haya otra persona que por no poder acceder a su medicina tenga que dejar la vida. Eso me marcó mucho y empecé a investigar, a ver por qué tenía esta enfermedad y de dónde venía, y empezar a hacer una búsqueda y aprender un poco de la salud, estaba muy cerca de cumplir 15 años, y empecé a involucrarme en la salud”, relató.

Comentó que “con el paso del tiempo, yo detecto que tengo una enfermedad también autoinmune como la de mi madre, pero que en mi caso se llama psoriasis y me afecta lo que es la piel. También empecé tratamientos convencionales, algunas cremas u otros tratamientos, si bien ayudaban por momentos, por otros momentos también había una dificultad. Y una vez pude ir a una jornada que se hizo en el Municipio de Río Grande con unos profesionales médicos que venían de Buenos Aires pude conocer el lado científico y la relación que había entre el cannabis y las enfermedades, y cómo es que funcionaba esa planta en el cuerpo humano”.

En ese punto se preguntó que quizás el cannabis “si funcionaba para la enfermedad de mamá, que era autoinmune, y la mía es autoinmune, talvez también funcione para la mía. Y ahí es cuando empecé a investigar acerca de la enfermedad que tengo yo y cómo el cannabis me podía ayudar. Hoy uso justamente cannabis para tratar mi psoriasis”.

 

Nacimiento del proyecto

 

“A raíz de los permisos que se generaron con las leyes, el CONICET desarrolló una diplomatura, la cual pude hacer el año pasado para comprender de primera mano la importancia que tenía el cannabis para la salud de las personas y también de los animales, del medio ambiente y todo el potencial que tiene esta planta. La idea fue poder justamente vincular todos esos conocimientos que aprendí con la Universidad Tecnológica Nacional donde estoy estudiando Ingeniería Química para poder compartirlos a las otras personas que necesitan cannabis. Hoy tenemos miles de pacientes registrados en el país que necesitan saber cómo se cultiva o qué tratamiento usar y muchas cosas que, por esto de estar prohibida, no podíamos acceder”.

“Este año, cuando empecé a cursar tercer año en Ingeniería, la profesora Ana (Ana Laura Fernández, Directora del Departamento de Química), nos dio para hacer un trabajo práctico para desarrollar un producto; o sea, analizar en el mercado algún producto y le pregunté si podía trabajar con la temática del cannabis y ella me dijo que sí. Y ahí empieza todo esto en la universidad”.

Aquí el joven relató que al haber hecho la diplomatura se vinculó con la red ICEERS de cannabis medicinal, “para los que no conocen, es como el ente científico más importante de la Argentina”, aseguró.

“A través de este contacto es que empiezo a formar parte en la comisión de producción y ahí la conozco a Soledad (Gareca) y a su ONG que ya estaban haciendo trabajos y nos pudimos vincular y empezar a trabajar en conjunto con ella y con todo el equipo, gracias al CONICET, Se empieza a charlar con los colegas y ella mostró que había un interés en lo que son los proyectos de investigación. Ahí le propuse avanzar por con la UTN y estamos todos sorprendidos con la velocidad que avanzó en el último tiempo, es algo muy importante de reconocer, hay logros históricos que se están produciendo ahora que ciertos blindajes mediáticos impidieron que la población pueda acceder a esa información. Están sucediendo cosas muy positivas y muy esperanzadoras en nuestro país”.

 

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