La protección de los bosques submarinos une a Argentina y Chile

El anhelo de proteger los bosques submarinos en el extremo sur de Chile y Argentina ha propiciado la declaración de “interés institucional” de Parques Nacionales de Argentina en la conservación de los bosques de macroalgas, fue el punto de partida para una mirada reveladora sobre la protección de estos ecosistemas únicos, más allá de las fronteras.

Desde la organización “Por El Mar” (PEM), referente de la Patagonia Austral de Argentina, instancia que impulsa acciones para la protección y restauración del océano, se difunde una importante producción comunicacional, cuyo análisis con atención desde la declaración “de interés” de Parques Nacionales, con el fin de generar una mayor protección de los ecosistemas marinos en el sur de Argentina, considerado un primer paso, que pone en la agenda ambiental a los bosques submarinos. Sin embargo, desde comunicaciones de PEM, se hace indispensable tener una mirada transfronteriza.

La producción de la Fundación, desde la elaboración periodística de Daniella Mancilla, se vincula a este proceso la mirada desde Chile: “Siempre estamos bien pendientes de lo que pasa al otro lado, especialmente lo que es Tierra del Fuego”, dice Alejandro Nuñez, presidente de la Fundación Ciudadanos y Clima, de la Patagonia Austral en el extremo sur de Chile. “Resulta interesante saber que, desde el confín del mundo, en términos ambientales, se percibe la región como una sola”, destaca “Por El Mar”.

“Por el Mar”, agrega: “Y es que, hace pocas semanas, los portales de noticias argentinos se hacían eco del anuncio de la Administración de Parques Nacionales (APN) del vecino país, que había declarado de “interés institucional” la conservación de los bosques de “cachiyuyo” o macroalga Macrocystis pyrifera, debido a su papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. En los fundamentos de la declaración, destacan que este ambiente cumple un “papel determinante” en los espacios costeros donde se desarrolla, siendo “proveedores clave de energía” y como “hábitat, refugio, zona de cría y alimento a cientos de especies marinas”.

Con respecto a esta iniciativa, Alejandro Núñez resaltó la importancia de la aplicabilidad de las normativas y la necesidad de un enfoque descentralizado que tenga en cuenta las realidades de las regiones, especialmente en territorios vastos y remotos como la Patagonia. Afirmó que, “a menudo, es la academia y la sociedad civil las que impulsan la implementación efectiva de las leyes ambientales”.

En este punto, Núñez coincide con el investigador argentino, y director científico de la Fundación Por El Mar (PEM), Cristian Lagger, quien recientemente destacó en medios argentinos, que esta declaración “es un pequeño gran paso. Un avance positivo para visibilizar y valorar esta especie nativa y sus beneficios ambientales, culturales y económicos”.

Por El Mar (PEM) es una organización enfocada en la generación de estrategias de conservación marina, y es donde Lagger vuelca sus más de 15 años de experiencia trabajando en biodiversidad marina como Explorador de National Geographic e investigador de CONICET, el principal organismo dedicado a la promoción de la Ciencia y la Tecnología en la Argentina.

“Argentina alberga miles de hectáreas de bosques de Macrocystis pyrifera a lo largo de su costa, principalmente en las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego”, también se la encuentra “en las costas de Chile y Perú, formando un extenso bioma vegetal submarino”, señala Lagger.

Es aquí donde se unifica la visión de la región como un ecosistema único, donde las acciones en un lado de la frontera, tienen un impacto directo en el otro.

Alejandro Núñez habla de los desafíos comunes que enfrentan en la protección de este ecosistema fundamental para el equilibrio de la vida marina y la regulación del clima, y explica que “lo que hace falta de alguna manera, es que primero exista un gran empoderamiento del conocimiento ambiental, de la importancia que existe con respecto a las algas pardas, o macroalgas”. Esto es relevante, no solo para los tomadores de decisiones, sino también para los pescadores artesanales y los pueblos originarios. Estos últimos, que -remarca Alejandro- de alguna manera, conviven en un equilibrio mucho mayor que las industrias, que, habitualmente, llegan con una economía que no está a escala humana y tienden a agotar los recursos, pescando con una productividad mucho mayor.

Por su parte, Lagger, a través de PEM, señala que “se requiere una mayor inversión en la exploración, investigación y monitoreo de estos bosques para entender el estado actual de este ecosistema y abordar las mejores estrategias de conservación ante los posibles impactos que pueda experimentar este ecosistema”.

En la misma sintonía, el ambientalista chileno sostiene que “cortar estos bosques sería similar a destruir bosques terrestres, donde perderíamos la biodiversidad. En la Patagonia, ya hemos visto cómo la actividad ganadera dañó los bosques terrestres y los suelos. Ahora debemos cuidar los bosques de algas, que generan más oxígeno y actúan como sumideros de carbono”.

El presidente de la Fundación Ciudadanos y Clima también compartió las iniciativas en curso para la protección de los bosques de macroalgas en colaboración con instituciones como la Universidad de Magallanes y otras organizaciones. Resaltó la importancia de la educación y la sensibilización en la región, ya que considera, “debemos abordarlo de manera binacional”.

Alejandro pone de ejemplo el trabajo conjunto que se desarrolla para controlar la población de castores. “Si nosotros acá controlásemos el castor y en Argentina no lo controlan, probablemente en un par de años vamos a volver a tener castores y los mismos impactos estamos viendo en cuencas hidrográficas, con respecto al tema del agua, la sequía, nos afecta de la misma manera”, entonces lo que suceda tanto de un lado como del otro de la cordillera (aunque en estas latitudes, sería de un lado u otro del alambre, para ser honestos) afectan por igual. Y no es de un impacto puntual, sino que forma parte del delicado equilibrio ecosistémico de una región que depende de él.

Por su parte, la Fundación Ciudadanos y Clima ha colaborado con instituciones y organizaciones como Defendamos Chiloé y otras, para impulsar la iniciativa ‘Bosques Azules’, que busca educar, concientizar y sensibilizar sobre los bosques de algas. “Cada año, organizamos coloquios de cambio climático internacional entre Chile y Argentina. Este octubre, estaremos en Río Grande y Ushuaia discutiendo temas relacionados con el cambio climático, incendios y los bosques de algas. Buscamos lograr una declaración binacional desde la academia y la sociedad civil para impulsar la educación, la conciencia y las acciones que involucren a los tomadores de decisiones”.

“Abogamos por una transformación más profunda. Queremos salir de nuestra zona de confort y llevar a otros a hacer lo mismo a través de la educación y la sensibilización”.

“Sin duda ha llegado la hora de trabajar juntos y proteger nuestra casa común. Organizaciones chilenas y argentinas buscan soluciones conjuntas y se esfuerzan por encontrar formas de garantizar un futuro sostenible en este territorio donde las personas buscarán agua, tierra y un clima más amigable dentro de las próximas décadas”, destaca PEM.

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