Con una gran diferencia del proceso de etiquetado que se realizaba en sus inicios, el Laboratorio del Fin del Mundo apunta ahora a abarcar todo el proceso productivo, abastecer a la provincia, al continente y otros países. La directora Marcela Andina Silva decidió dejar su lugar de origen como otros profesionales que integran el staff, para “ponerlo en pie”, y destacó los avances tanto en registro de nuevos medicamentos y procesos, como en infraestructura. Actualmente cuentan con una planta propia de 2.500 metros cuadrados y dos unidades de negocio: el laboratorio que produce medicamentos, y la droguería que está en condiciones de competir con cualquier otra, e incluso bajar los costos. La composición de los accionistas cambió y la OSEF
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