Una ventana al futuro desde la Patagonia: la expedición FjordFlux

Por primera vez, científicos de Alemania, Chile y Argentina realizan un crucero conjunto de un mes de navegación, estudiando efectos del cambio climático y la actividad humana, en las prístinas aguas de Tierra del Fuego.

Ushuaia.- El buque alemán Meteor lleva una semana navegando por diferentes fiordos y canales del extremo sur de la Patagonia. Zarpó desde el puerto de Punta Arenas con 28 científicos de instituciones de Chile, Argentina y Alemania, además de la tripulación a bordo, y estará casi un mes en la zona.

«FjordFlux» es el nombre de este primer crucero trilateral, desde el estrecho de Magallanes hasta el canal Beagle, en la zona de Tierra del Fuego. El programa incluye recorrer este canal de 250 kilómetros de largo y extenderse hasta el paso Drake, que separa al continente americano de la Antártida, además de entrar a varios fiordos y canales para cumplir con las 19 estaciones de muestreo.

Desde el buque Meteor, científicos a bordo explican a DW los alcances de esta campaña en la que participan más de diez instituciones. Entre ellas, el Alfred Wegener Institut de investigaciones polares y marinas (AWI), la Universidad de Rostock y la de Bremen, por Alemania; el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), la Universidad de Concepción (UdeC) y la Universidad Mayor (UM), por el lado chileno; y el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), por Argentina.

En «uno de los sistemas más prístinos del mundo»

«La hipótesis para esta campaña es que la situación actual en las áreas subantárticas como Tierra del Fuego podría ser un espejo de lo que, en un futuro mediano, a 200 o 300 años, podría pasar en la Antártida, si el calentamiento global sigue de la forma en que está sucediendo ahora», dice el Dr. Bernd Krock, investigador del AWI.

Otro de los objetivos del trabajo es evaluar cómo afecta la actividad humana a esta zona reconocida actualmente como «uno de los sistemas más prístinos del mundo, pues existe muy poca actividad industrial y hay una baja densidad poblacional», indica el Dr. Ricardo Giesecke, académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas (ICML) de la UACh e investigador del Centro IDEAL.

A pesar de la limpieza de sus aguas, «cada vez hay más actividades humanas, como las salmoneras y la explotación de recursos marinos, que afectan este ambiente», observa Krock. A través de muestras y análisis de laboratorio, se podrán «comparar áreas sin gran impacto humano con otras que ya son utilizadas para esas actividades», agrega el científico alemán.

«Los parámetros que medimos nos hacen intuir que esta zona está sufriendo algunos efectos del calentamiento global y algunas perturbaciones por las actividades del hombre», observa Andrea Cadaillon, bióloga y oceanógrafa del CADIC, asociado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICT), de Argentina.

 

Retroceso de glaciares

 

Un grupo multidisciplinario lleva a cabo diversas investigaciones para revisar «desde los micronutrientes hasta la trama trófica superior en los diferentes fiordos», señala Giesecke, en referencia al estudio de las redes de cadenas alimenticias.

Entre otros aspectos, «se está estudiando la química del agua, sus propiedades ópticas, sus nutrientes, la diversidad genética de especies de bacterias y algas, microalgas y toxinas. Esto incluye filmar, tomar muestras y obtener información sobre las especies que existen en el sedimento, en relación con el retroceso de los glaciares en esta zona», agrega.

«Se sabe que el cambio climático ha generado un retroceso en los glaciares. En la zona austral, algunos han retrocedido de manera importante», explica el investigador chileno. Algunos conectan con un río que llega a un fiordo y otros descargan directamente en el fiordo.

«Probablemente las especies que encontramos en las aguas de uno y otro son distintas. Y los glaciares que presentan un marcado retroceso, posiblemente son nuestra ventana al futuro, porque es lo que podríamos esperar en 50 o 100 años más», agrega el investigador.

 

Las ventajas de la cooperación

 

La preparación para el crucero comenzó en 2017. A pesar de una serie de restricciones y dificultades impuestas por la pandemia, finalmente el crucero está en marcha. El trabajo colaborativo beneficia a todos los participantes, coinciden los investigadores. Aquí se combinan la experiencia y conocimiento de la zona que tienen los latinoamericanos con la capacidad técnica de los alemanes y su buque.

El Meteor cuenta con drones submarinos que «son una especie de minisubmarino con una cámara, conectado por un cable, que puede filmar, medir algunos parámetros ambientales como temperatura, salinidad y otros, y enviar información directamente al barco. Eso permite tener una idea de las comunidades existentes en condiciones naturales, sin tener que intervenir en el sistema», detalla Giesecke.

Entre otros temas, la investigadora argentina Andreana Cadaillon está estudiando microalgas tóxicas y el fenómeno de la marea roja, para lo cual toma muestras y hace experimentos para ver los momentos, condiciones y cantidades en que se sintetiza la toxina.

«La oportunidad de estar en un barco con un equipamiento importante y mucha disposición para trabajar y estudiar nos enriquece mucho a todos. A partir de esta campaña van a surgir resultados y material para seguir trabajando en laboratorios de los tres países y eso también abre la puerta a hacer más pasantías y trabajo en conjunto», celebra.

Tras el mes de navegación vendrán meses y años de análisis, compartir hallazgos y sacar conclusiones. «La idea es que cada uno contribuya con su trabajo y experticia a la gran imagen que queremos dibujar», observa Krock sobre los resultados de este crucero trilateral.

Fuente: El Mostrador – Chile.

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