Schiavini advirtió sobre las dificultades y los riesgos ambientales

El doctor en Ciencias Biológicas, Adrián Schiavini, se refirió a la posibilidad de instalar salmoneras en el mar fueguino y advirtió sobre los límites ambientales, económicos y logísticos que implica este tipo de producción en el territorio.

Río Grande. – En una entrevista con Radio Provincia, el Doctor en Ciencias Biológicas Licenciado en Ciencias Biológicas, Adrian Schiavini, habló sobre la posibilidad de rever el proyecto que prohíbe la instalación de cualquier tipo de cultivo y producción de salmones en cautiverio en las aguas marinas. Sobre ello, explicó: “No tenemos noticias de una propuesta formal al respecto. Como dijimos hace tiempo las salmonelas no están prohibidas en tierra, por lo tanto, se podría realizar utilizando sistema de recirculación de agua”.

Por su parte, agregó que “¿Por qué intentó demonizar la ley 1355 de salmonicultura?, porque creo que va a chocar con aspectos ambientales y económicos. Como ya lo hemos presentado anteriormente, si alguien quiere cultivar salmones en el mar, tendría que irse a las aguas marinas de la costa atlántica al norte de la Península Mitre, porque en el Beagle no se puede. Y en las aguas que están por fuera del Beagle ya entras en las aguas costeras de península mitre y eso es una zona protegida por lo tanto no se puede introducir especies exóticas”.

Según explicó Schiavini, el cultivo marino en la costa atlántica presenta serias complicaciones técnicas. “Colocar jaulas de salmones en el mar requiere profundidad, y para lograrla hay que irse 60 o 70 kilómetros mar adentro. Luego hay que mantenerlas, darles logística, necesitás un barco dando vueltas todo el día. No digo que sea imposible, pero eso deriva en el costo final del producto. ¿A quién le vas a vender un salmón más caro que el que produce Chile?”, planteó, y remarcó que, a diferencia de Chile, Tierra del Fuego no tiene costas protegidas. “Chile tiene más de 40 mil kilómetros de línea de costa, protegida de las inclemencias climáticas. Acá tenemos apenas 150 kilómetros del Canal Beagle y después salís a aguas abiertas. ¿Alguien va a asumir el riesgo de producir en aguas abiertas? Para mí es una locura, pero por ahí estoy equivocado”.

El especialista también cuestionó versiones que promueven el cultivo en lagos o lagunas, como trascendió en algunos medios. “Eso sí sería un gravísimo error. Sería tirar toda la comida y los excrementos de los peces al fondo del cuerpo de agua. Eso terminaría matando el lago por saturación de organismos que consumen oxígeno”, alertó.

En cuanto a los argumentos de quienes comparan la situación local con el modelo chileno, Schiavini fue contundente: “Ese es el típico argumento de la usina de propaganda libertaria, que dice que nos perdemos 300 millones de dólares al año como hace Chile. Pero ya fue demostrado que, con seis o siete centros de cultivo marino que se podrían poner en nuestro territorio, se producirían muy pocas toneladas anuales. No vamos a competir con el precio de Chile. Distinto sería si produjéramos en tierra con sistemas de recirculación, donde se puede demostrar que el impacto ambiental es mucho menor o nulo, y se puede buscar un mercado que valore esos métodos”.

Respecto al proyecto presentado por el legislador Agustín Coto, que busca modificar los límites actuales de producción y especificar la capacidad en tierra, Schiavini consideró: “Hace un año venimos diciendo que, si eso permite avanzar en definiciones concretas, bienvenido sea”.

Finalmente, insistió en que cualquier intento de desarrollo de la salmonicultura debe contemplar no sólo la viabilidad técnica y económica, sino también el impacto ambiental y la previsibilidad del proyecto. “La producción en tierra, bien planificada, con sistemas modernos y sustentables, puede ser una alternativa”, concluyó.

 

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