Contundente documento de la Colectiva Feminista de Río Grande

Este jueves, la Colectiva Feminista de Río Grande, convocó, como a nivel nacional a marchar el 4 de junio al conmemorarse los 10 años del primer Ni Una Menos, y dio paso a la organización de distintas marchas en el país y el mundo, buscando visibilizar y erradicar la violencia machista. Las feministas gritaron: “Hoy no es una fecha más. Hoy gritamos más fuerte que nunca: ¡Ni Una Menos!”.

Río Grande. – En principio las activistas de distintas organizaciones sociales y feministas, se sumaron este 4 de junio a las jubiladas y jubiladas, como así también a los múltiples reclamos a nivel nacional, y explicaron que “este gobierno nacional no solo ajusta: abandona, despide, reprime y borra nuestras voces. Cerraron programas clave, echaron a compañeras, recortaron políticas de género, nos reprimen a las Abuelas y encima nos dicen que exageramos. No es exageración: es bronca, es hartazgo, es supervivencia”.

“Nos quieren calladas, sumisas, agradecidas. Pero estamos organizadas, en las calles, de pie. Porque sabemos que el ajuste también es violencia. Y frente a cada ataque, crece la resistencia. No nos van a disciplinar. No vamos a retroceder”, enfatizaron.

“Este 3 de junio salimos a decir basta. Por las que ya no están. Por las que pelean todos los días. Por un futuro donde ser mujer, trans, travesti o disidencia no sea una condena”, expresaron en un documento confeccionado por las múltiples organizaciones.

“Hace diez años, el femicidio de Chiara Páez encendió las calles. Su nombre se volvió grito colectivo, fuego que iluminó la oscuridad. Hoy, esa llama es incendio. Porque nos siguen matando, desapareciendo, violando, excluyendo. Porque este sistema de hambre, violencia e impunidad sigue apuntando contra los cuerpos feminizados, contra las disidencias, contra las pibas, contra las viejas, contra las trabajadoras”.

“Se escandalizan con el lenguaje inclusivo. Les incomoda la perspectiva de género. Les molesta que la ESI sea una herramienta de libertad para las infancias. Pero este mismo gobierno vota en contra de reconocer la violencia de género como un problema estructural”.

“Entre 2024 y 2025, las denuncias por violencia machista aumentaron. En Río Grande, sólo desde la Comisaría de Género confirmaron que existen 5 denuncias por día. A nivel nacional, según el Observatorio «Ahora Que Sí Nos Ven», se registró un femicidio cada 30 horas: 95 femicidios solo en lo que va del 2025. Esa es la realidad. Y digámoslo con todas las letras: si denunciás, necesitás suerte. Mucha. Y una red que te sostenga. Porque la justicia no llega a tiempo. Porque si no estás al borde de la muerte, el sistema no te ve”, esgrimieron.

“En marzo de este año, Yohana Rojas fue encontrada asesinada, en su propia casa. Oculta en su propio placard. Un símbolo brutal del tipo de violencia que no acepta un “no”, que no tolera la libertad, que pretende poseer, dominar, callar, desaparecer”.

“No nos queda otra que seguir siendo nosotres les que visibilizamos. Les que gritamos. Les que abrazamos y acompañamos. Honramos a cada une que se involucra, que lucha, que no se calla, que no baja los brazos. Porque eso, aún hoy, sigue siendo lo que nos puede salvar”.

Hicieron especial hincapié en “la disolución del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y la eliminación de los programas de prevención son una declaración de principios: este gobierno desprecia nuestras vidas. Nos abandona. Nos quiere sumises, callades, solxs. Pero no vamos a retroceder”.

“Queremos políticas públicas reales, sostenidas, federales. Queremos vivir sin miedo. Queremos amar y que el amor no sea una sentencia de muerte. Queremos poder separarnos, o divorciarnos, sin que eso signifique una amenaza. Que el macho violento se haga cargo, que no joda, que no nos rompa el auto si no lo queremos ver más, que pague la cuota, que no acose por redes sociales, que no persiga”.

“Queremos justicia, pero también queremos revolución. Queremos otra vida posible. Y la vamos a construir. Juntes, organizades, con memoria, con rabia y con amor del bueno. El que cuida. El que no mata”.

“Este año volvemos a marchar un miércoles, unificando nuestra lucha con la de nuestrxs jubiladxs, que cada semana resisten en la plaza. Ellos también son víctimas del ajuste, del desprecio, del olvido. Y juntas, juntos, juntes, somos más fuertes.

Este gobierno de ultraderecha ha declarado ante el mundo que las mujeres somos sus enemigas. Carga sobre mujeres y disidencias todos los males que no han resuelto. Hace unos años nos acusaban de parir para cobrar un plan. Hoy quieren obligarnos a parir para subir la tasa de natalidad. Todo para sostener un sistema capitalista, patriarcal y facho.

Desguazaron el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. El último mes, desaparecieron 13 programas de género que tildaron de “ideológicos”, en nombre del déficit cero. ¿Y qué trajo ese déficit cero a las clases obreras? Vulnerabilidad, empobrecimiento, desesperanza.

Según informes recientes, 6 de cada 10 personas pobres en Argentina son mujeres. Y 7 de cada 10 hogares monomarentales están bajo la línea de pobreza. La brecha salarial sigue intacta: las mujeres ganan, en promedio, un 25,8% menos que los varones. Y si hablamos de ingresos totales, esa desigualdad se profundiza.

Hoy por hoy, las mujeres siguen haciendo la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, lo que impide su acceso a trabajos mejor pagos, con beneficios. No olvidamos a las compañeras metalúrgicas, que pusieron cuerpo y alma para defender sus puestos de trabajo, sus familias, sus sueños. Las vimos marchar por la Ley 19640, por el subrégimen de promoción industrial, por la dignidad.

Reiteramos una y otra vez nuestros reclamos. Muchas veces no nos escucharon. ¿Y cuál fue la consecuencia? Que nos siguieron matando. Que la violencia no cesó. Que los femicidios siguen ahí. El gobierno dice que en 2024 hubo 313 asesinatos y que bajaron. Pero sabemos que, si hubo algún caso menos, fue por las redes feministas, no por ellos. Fue por nosotras. Por nosotres. Que seguimos en las calles, que seguimos tejiendo vida.

¿Cómo creerles a las estadísticas de Patricia Bullrich, si es la misma que cada miércoles manda a reprimir a nuestras jubiladas? Hambrean a nuestrxs viejxs, les quitan medicamentos, dignidad, futuro. Y nosotras nos preguntamos: ¿qué tan sorete tenés que ser para no defender a tus jubiladxs?

Ningún sector escapa a los ataques de este gobierno. Las compañeras periodistas y comunicadoras también están en peligro. Informar, hoy, es una profesión de riesgo. El informe “Muteadas” de Amnistía Internacional reveló que el 63,5% de las periodistas mujeres y disidencias han sufrido violencia digital. Nos quieren silenciar, pero no lo van a lograr.

En cada oportunidad, este gobierno deja claro que no le importan nuestras vidas. Dice que somos iguales.

¿Iguales cómo?

¿Si quienes bancan el hambre en los comedores son las trabajadoras?

¿Si las tareas de cuidado siguen cayendo sobre las mujeres?

¿Si la brecha salarial entre mujeres y varones aumentó al 30%?

¿Si todavía hay varones que creen que sus parejas son su propiedad?

¿Si las travestis y trans siguen excluidas del trabajo formal?

¿Si hay niñas obligadas a parir y abusadores que siguen libres?

Denunciamos que la IVE/ILE (Ley 27.610) no está siendo garantizada en el Hospital Regional de Río Grande. Las compañeras que deciden interrumpir su embarazo son maltratadas, juzgadas, etiquetadas. El ambiente es hostil. Médicos objetores de conciencia impiden el acceso a un derecho ya conquistado. Son obligadas a trasladarse a Ushuaia, con todo el costo físico y emocional que eso implica. Y mientras tanto, el desfinanciamiento de la salud reproductiva es brutal: cada día cuesta más conseguir preservativos o anticonceptivos en hospitales y CAPS. Esto debe cambiar con urgencia.

También levantamos la voz por las familias con hijes con discapacidad, que en esta provincia y en todo el país están siendo desamparadas por un Estado que recorta prestaciones, cierra servicios y niega el derecho a una vida digna. Porque sin inclusión no hay justicia social, y sin justicia social no hay Ni Una Menos.

Celebramos y abrazamos la lucha de les compañeres residentes del Hospital Garrahan, que con coraje y dignidad se plantan frente a los atropellos laborales. Porque cuando defienden su formación y sus derechos, también están defendiendo la salud pública. Su pelea también es nuestra: por condiciones laborales justas, por salarios dignos, por un sistema de salud que cuide, que no expulse, que no se arrodille ante el mercado. El Garrahan no es cualquier hospital: es un emblema de la medicina pública, reconocido en todo el país y también fuera de él. Allí llegan niñes de todas las provincias, y de países vecinos, cuando lo que está en juego es la vida. Cuando un niñe se enferma gravemente, en cualquier rincón de nuestra geografía, el destino más probable es el Garrahan. Es símbolo de excelencia, de humanidad, de entrega. Es la casa de René Favaloro, médico del pueblo, patriota de la salud pública, cuya ética y compromiso nos sigue marcando el camino. No permitiremos que lo destruyan con salarios de miseria, sobrecarga laboral y desprecio por quienes sostienen con cuerpo y vocación uno de los pilares de nuestro sistema de salud. Defender al Garrahan es defender la vida. Defender a sus residentes es defender nuestro futuro.

Invitamos también a aquellas funcionarias que en algún momento militaron con nosotras, en esta colectiva, a que vuelvan a participar. Entendemos que podamos tener diferencias partidarias, pero estas deben resolverse en mesas de diálogo, no en la distancia ni el silencio. No es momento de fracturas. Nos unen los derechos conquistados, los que faltan, los que debemos defender. Dar la espalda, justo ahora, es ser funcionales al enemigo. Nos quieren separadas, rotas, fragmentadas. Pero todo lo que nos une en el feminismo y el transfeminismo es más fuerte. Y es lo que debe importarnos. Lo que debe guiarnos. ¿Verdad?

Hoy gritamos fuerte Ni Una Menos, porque el odio se volvió herramienta de gobierno. Porque nos atacan por lesbianas, por trans, por libres. Porque la violencia crece con cada discurso que nos señala como enemigas. A los odiantes les respondemos con presencia, con organización, con conciencia. Porque otro mundo es posible. Y lo vamos a construir.

Gritamos Ni Una Menos en las aulas, porque la ESI es herramienta de libertad. Porque si ajustan la educación pública, crecen el hambre, la violencia, el miedo. Queremos escuelas que abracen, que formen, que enseñen libertad con empatía. Queremos educación de calidad y salarios dignos para les docentes. La deuda es con elles, no con el FMI.

Estamos de pie. En lucha. Frente a un gobierno que desprecia la vida, que nos quiere silenciar. Pero acá estamos: feministas, transfeministas, trabajadoras, pibas, jubiladas. Unidas. Ardiendo de rabia, de amor y de memoria. Ni una menos. Vivas, libres y con derechos nos queremos”.

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