El presidente de la Asociación Civil Península Mitre, Adolfo Imbert, se refirió al avance del plan de manejo del área protegida, la falta de presencia estatal y las características únicas de este territorio fueguino.
Río Grande. -En diálogo con el programa ‘Buscando el Equilibrio’ por Radio Provincia el presidente de la Asociación Civil Península Mitre, Adolfo Imbert, explicó: “Se empezó con el plan de manejo, va bastante lento, pero es un proceso que lleva tiempo, es participativo. Es una comisión consultiva creada por ley que cada tanto convocan a reuniones en donde se discuten distintos aspectos que tienen que ver con la península y la situación actual que sigue siendo preocupante porque hay una ausencia muy importante del Estado. Mientras tanto se trabaja con el plan de manejo que tiene otros tiempos. El reclamo generalizado es que Península sigue siendo visitada y recorrida por mucha gente y es necesario que el Estado esté presente, sobre todo para cuidar el patrimonio. Temas que hasta el día de hoy seguimos en la misma situación”, señaló Adolfo Imbert.
Respecto a los recursos para la gestión, indicó: “Ahora se consiguieron los fondos para hacer el plan de manejo, es dinero del CFI y contrataron a una fundación para organizar todo lo que tiene que ver con el plan y, a través de esas comisiones, se van tratando distintos temas. Pasa que los tiempos son muy lentos. Hace tres años que la ley fue sancionada y el plazo era de tres años para que se tuviera el plan de manejo. Tal vez no de toda el área, pero sí de manera parcial por etapas. Pero es el tiempo que el propio Estado se tomó. Aún estamos próximos a cumplir los tres años y todavía estamos en proceso de armar el plan de manejo, que en definitiva va a normalizar y va a direccionar qué se pretende en esta área”.
Sobre la extensión del territorio protegido, explicó: “Me refiero a la parte terrestre con la costa norte y sur y el vértice de la Isla Grande de Tierra del Fuego, que es la parte oriental. Es un territorio muy particular, por eso se ha trabajado tanto para que se proteja. Es un patrimonio natural muy significativo y está compuesto gran parte del territorio con turbales, que son un reservorio muy importante para la provincia y el país porque es un ecosistema muy particular. También por el tipo de bosque que tiene la parte oriental de la isla, con costas que no en todos los lugares se puede embarcar y navegar. Es una zona muy especial. No es fácil el territorio”.
En cuanto a los accesos, Imbert detalló que “no hay caminos, el ingreso norte es por la ruta complementaria nacional letra A y, a partir de ahí, hay sendas, pero por lo general se accede por la costa, en baja marea, en caballo, cuatri, caminando o en bicicleta. Y la costa sur es más complicada porque la amplitud de marea es menor y es escarpada la marea, y la parte alta es de mucha turba”.
Respecto a la fauna local, comentó: “Nos encontramos con la fauna autóctona, zorros y guanacos. Depende de los lugares se pueden ver en cantidades y luego son aves costeras, colonias de lobos marinos, y los animales invasores como castores. Tenés vacunos que se han asilvestrado en costa norte y costa sur, de origen de las estancias”. Sobre la presencia de perros salvajes, agregó que “se ha visto, pero no tanto como en otros lados más cercanos a los centros urbanos. Es un problema porque, como se ha visto con las ovejas, la gente que va a visitar la península se puede cruzar con las jaurías”.
Al referirse nuevamente al plan de manejo, sostuvo: “Está en una etapa de caracterización del área, ya se ha hecho hace un tiempo y ahora se va a repetir. En la práctica, las formas urgentes que se vienen reclamando hace mucho tiempo son que el Estado garantice el acceso público al área, que hoy no está garantizado, sobre todo en costa norte, ya que, una vez que se termina la ruta, hay que atravesar una propiedad privada por unos cinco o seis kilómetros y ese es uno de los impedimentos más importantes. No hay una metodología clara y simple”.
Sobre las visitas, aclaró que “depende la zona, costa sur o costa norte, existen lugares que están medianamente en buenas condiciones. Sin embargo, lo recomendable es tener una buena planificación, estar bien equipados con carpas y con comunicación. Nunca hay que ir solo. Hay toda una reglamentación y debés tener un permiso para visitar la zona e informar los días, entre otras cosas. Si no vas con una buena planificación, puede ser riesgoso”.
Imbert destacó también la experiencia acumulada: “Cumplimos 40 años en armar expediciones. Hay mucho interés, son grupos pequeños de gente especializada en lo ecuestre que buscan visitar lugares extremos en el mundo. Vivir la experiencia de no tener el lujo y el confort que hay en las ciudades. De noviembre a marzo tenemos organizado una visita por mes”.
Finalmente, precisó los tiempos de recorrido y dijo que “nuestra expedición es de 10 días, con un promedio de 6 o 7 horas cada día, saliendo por la costa norte hasta el extremo oriental, que sería la Bahía Tetis y el Cabo San Diego, en donde se propone un trekking”.




