Llegar a Ushuaia significó para Paloma Fortunato mucho más que un cambio geográfico. Porteña de nacimiento y fueguina por adopción deportiva, hoy vive con entusiasmo su reinserción en el básquet, una disciplina que la cautivó hace ya varios años y que, en su caso, encontró un sentido especial desde el arbitraje. Río Grande.- Con una calidez que refleja su vocación por la enseñanza y su pasión por el deporte, Paloma recuerda que su relación con el básquet no fue inmediata ni heredada: “Conocí el básquet por un amigo, ya de grande, a los 19 años. Empecé jugando, me gustó mucho, y después surgió la posibilidad de arbitrar. Estaba estudiando educación física, me invitaban a orientar a los más chicos y
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